CUARTO DÍA

LA GRAN MA (La abuela)

Empezaba el día en hora corta (las 6 y 34 para ser exactos) cuando ya se iniciaba la historia de un 29 de mayo post electoral y un poco a la “antichina” (por lo del dueño del Español) Como si se tratara de chiqueros van apareciendo los personajes de esta historia con cara de sueño, los dientes lavados (solo los dientes…que de lo otro se encargará el mar) lectura obligada, este (yo) al ordenador, ordenando ideas para poner letra después de letra a una canción que nadie va a cantar. El café con nombre y apellidos: largo, corto, descafeinado, infusión para el sector débil y comienzan los comentarios sobre lo “de ayer” pero con perspectiva del mañana. Algunas caras de satisfacción, los de los saldos holgados. Indiferencia en otros, no es lo que más les preocupa. Alguna que otra tristeza por un Sánchez a la baja (les ha votado toda la vida. Vamos de los descamisados de Alfonso Guerra, pero con despreocupación económica, ganada con el sudor de su frente) La mente puesta en Kas…comentarios sobre esa cita con la villa de las buganvilias…travesía a lo coctelera ¿qué digo yo?, a lo garbanzo en boca de viejo y al parar, baño reparador (cuanta ducha ahorra este mete y saca, de las aguas del mar, quería decir) “joder que fría”, claman los valientes, (de los cobardes nunca se escribió nada)  A desayunar, tarde porque llevábamos ya tres horas de navegación…parada intermedia para la degustación de olivas y el bizcocho de naranja para el “niño” que le entra un desespero de padre y señor mío (madre en este caso) Cuando ya llevamos un rato de libro, miradas furtivas sobre el cuadro de ¿Qué coño hacemos aquí en una ensenada pudiendo estar de shopping? El capitán adivina las buenas intenciones, se apiada de nosotros y decide que comeremos en Kas, bueno cerca. Cierto bamboleo que a la “madre” la pone de los nervios (se marea cual pato del refrán) hasta perdona el aperitivo…lo de la comida ya es otro cantar. Otro alarde de imaginación del cocinero (no esperábamos menos) aunque esta vez la carne (la niña lo agradece, estos “especialitos” cada vez son más) brilla por su ausencia. Lo sustituye un hojaldre relleno de verde que haría las delicias del partido “vegetariano”. A poco de las tres una barca de turistas nos lleva hasta el centro de Kas. El capi nos da dos horas para satisfacer el “vicio” de comprar (como ludópata en casino) En grupo, no nos vayamos a perder, los hombres deambulando sin rumbo y objetivo. Las féminas de tienda en tienda pero sin encontrar aquello que pueda consumar los deseos (podrían derivarlos a cosas más placenteras, pero la vida a estas alturas está hecha así) De repente, previo paso de los hombres por una vinoteca, llegan a la cueva de Alí Baba (para ellas el palacio de las mil y una noches) Comienza la función…”este me gusta, este también, ¿tú cual te quedas? Los hombres, no todos, sentados en el “quicio de la puerta” que cantaba Serrat…esperando el alumbramiento. Es en ese momento cuando emerge la figura de la conseguidora a precios razonables (aquí no la conoce nadie y el tendero se ajusta al precio inicial) Acomodada, no sea que se nos canse la muchacha, “la gran madre” (abuela en sentido bíblico, aunque en este caso la nieta tiene otras sangres) empieza su interpretación de mujer triste, compungida, pobre (solo si hace falta) y a cada precio del andoba, le colocaba el suyo…cuando parecía que ya estaba, volvía a la interpretación original hasta llegar a esa cifra en la que unos ganan menos (siempre ganan o ya lo pagará el siguiente, japonés por cierto) y otros pagan menos (casi nunca lo justo, pero la diferencia la compensa la satisfacción de la extorsión despiadada de la “madre superiora” en este caso) Felicitaciones varias, sin incluir palmaditas en la espalda: Buen rollo y a por el siguiente…en el entre acto vamos a los vinos y para compensar tanta “baratura” nos marcamos un borgoña en chardonnay y pinot noir…donde nos toman el pelo. Es la ley del péndulo. El siguiente es un Patek Philippe, trucho “pero da el pego” que cae en manos adecuadas a un precio razonable…que poco cuesta hacer feliz al “niño”. Qué no hará una madre por su hijo, si además es pudiente…todo.  Guerra de barcazas a la vuelta con muestra de culo viejo (no interpreten otra cosa) y los valientes de nuevo al mar ¿cómo está el agua? (se refieren a la temperatura, porque de natural está mojada) Fría, como no podía ser menos y a esperar aperitivo de birra y aceitunas con complementos. Después la cena, diferente a la de ayer y seguramente a la de mañana (la sopa marcaba la diferencia). De plato fuerte el mero anunciado por el capitán (de 14 kilos dicen) El borgoña para regar el pescado y de postre un pastel de queso con frutos rojos…nada de gin tonioc porque la peña está por la labor de recuperar las horas de sueño perdidas de esta mañana….