VOLVEMOS AL CAMINO
Ese sería el titular correcto si tuviéramos que resumir en una frase la etapa entre Retortillo y La Quintana en el Alto Campoo a punto de dejar Cantabria y pasar a Palencia (eso mañana) Después de la CA 730 de ayer, hoy nada más comenzar a caminar desde las ruinas romanas de Retortillo hemos empezado una de esas subidas de justicia (de las que me verán comentar) larga y empinada que se adentra en un bosque de pinos negros y que en teoría debería estar bien señalizada, pero como ocurre en Cantabria, la pintura amarilla de las flechas escasea. Una vez perdidos (escasos metros y gracias a que la aplicación Buen Camino te sitúa en el lugar exacto del Camino) por una senda que ni las vacas quieren pasar y con los mugidos y los “esquilas” sonando. Reclaman la parte de sales que necesita su alimentación. Llegas a la cima 1073 metros intentando recuperar las pulsaciones normales de tu corazón después de semejante esfuerzo. Unos metros y a bajar…espalda rígida, barriga salida y bastones con rodillas a procurar no caerse. La vista se la pueden imaginar…o ver las fotos adjuntas. Caballos y vacas en sus prados viendo pasar algunos peregrinos. Primer pueblo y primer monumento destacable…la Colegiata de Cervatos, siglo XII y que se conserva en toda su expresión románica…Empieza la segunda subida hasta los 1093 metros del Alto El Bardal. El relato de la subida es lograr llegar a pesar de la falta de indicativos. Pasar por prados, zarzales que arañan los pantalones, zonas dedicadas a la alta tensión, sin una mala flecha es una heroicidad. Lo más normal es perderse y aparecer en un lugar diferente al deseado. De ahí, por algún prado, confundiéndose con las vacas que pacen plácidamente o dormitan al sol, bajas hasta Olea (aquí pernoctamos) y seguimos por una pista hasta el final de etapa en La Quintana…no sin antes ver el Castillo de Hoyos y la Iglesia de Las Quintanillas, los dos del siglo XII (románico puro donde los haya) En este ínterin hemos recibido una máster class de “estajar” el ganado con perro incluido. Seguimos (a prudente distancia) una punta de ganado vacuno transitando de un prado a otro (la señora cubriendo un flanco y el señor con coche desplazándose cómodamente seguido de un perro con malas pulgas, de carácter me refiero) Cual es la sorpresa, cuando todo parecía de los más tranquilo, tres ternerillos, y dos vacas aparecen en el otro prado a la carrera. Preguntamos (lo que no sabemos) y nos responde: “no son nuestras”. Mientras el perro, mal encarado, la emprende con otra vaca que aparece al fondo. Mi amigo “el franchutis” me dice que no había visto correr tan rápido una vaca y eso que viene de zona de vacuno francés. Toda una exhibición del perro pastor. Con más pena que gloria terminamos estos 22 kms y pico y a comer a eso de casi las cuatro en La Cuchara del Camesa en Olea, lleno hasta las trancas (se nota el puente, no hay un alojamiento en cien kms a la redonda…será la pandemia) Comida típica, de buen comer y mejor servicio. Dormir en Casa de Miguel calidad-precio extraordinario. A tres del grupo nos ha tocado la peor parte (no era la Casa de Miguel) pero no haré el menor comentario para no dar mucha pena a los lectores. Mañana será otro día y es que no quiero acordarme de aquella Pensión Madame Camino en Saint Jean de Pied de Port el primer Camino allá por el 2010…pero se le asemeja.