La primera parada en la estación de servicio fronteriza con Francia. Con la creencia que la gasolina va más barata en España. Era lo normal hasta que don Macron decidió, copiando a nuestro Sánchez, que había que parar la sangría de franceses en las colas de la Jonquera…y baja la bencina 30 céntimos y nosotros llenamos a 2,119 € el diesel y ya en la autopista, la A-9 francesa a 2,049 €. “Macron, avisa por favor”. Primer café para celebrar la reunión de los seis en la guerra de los cuatro días, tres noches, de este sexteto viajero, con un zumo de naranja que nadie osó beberse a tenor de la propaganda. Y al grito de “Pepe que nos vamos a Francia” cruzamos la frontera. En el primer peaje, el de coger billete, unos polis certifican que tenemos cara de buenas personas y pese a la mirada fija ni nos paran…De ahí a 130 velocidad límite (aquí los franceses que en España te pasan a 180 por hora, circulan a 130 y sin protestar) A eso de pasar la una (hora francesa de almorzar) y después de un conato de lluvia paramos al objeto oscuro de este primer día…el piquenike de tortilla de patatas con cebolla (como dios manda) by Lola Pino de Morales y unos bocatillas de Bonaparte devorados con cierta ansia (el hambre del excursionista) regados con un syrah de Enma (natural por aquello de lo bio al poder) Mientras recogíamos los enseres (nosotros funcionamos como si fuéramos al campo cual reina inglesa que se precie) caen las segundas gotas…Con el estómago lleno, sin café de reposo, hasta Saint Remy de Provenze…destino elegido para este recorrido por la Provenza que da a la Camarga.
Nos instalamos, cada uno en su casa y dios en la de todos, a un tiro de coche del centro y a pasear que es lo que se hace en estos casos. Una tienda, otra tienda, calles estrechas, porticones provenzales en las casa y fotos de paisaje urbano. La tienda de quesos, esa que esperaba con cierta ansiedad, cerrada por vacaciones (amigos hay cosas o casas que no deberían tener vacaciones, lo siento, pero es una desilusión) Como sustituto la tienda oficial de los All Blacks pone remedio a una mala tarde. Tras el paseo obligado un refrigerio a 26 pavos por tres cervezas y alguna agua con gas…a pesar de la gasolina sigue siendo un país caro. Cena en la casa rural a base de un pa amb tomaquet y de paso a ver el Barça como ganó con mucha emoción y sobre todo contra un árbitro enemigo (su historial contra el Barça podría llenar una novela de terror) Sin más a descansar.