ETAPA 12 MILANESA

No es que hayamos encontrado una peregrina transalpina…es una historia que va más allá del Camino, aunque sea del Camino. Luego la cuento.

Desde Tarilonte de la Peña hasta Guardo unos 17 kms y algo (poco) más. De un terreno prácticamente llano, aunque algunas “tachuelas” que te obligan a un esfuerzo suplementario. Eso nos ha permitido un desayuno tardío; a las ocho tomábamos el transporte habitual (Bastien) para devolvernos a donde lo habíamos dejado ayer. Con un brío inusual (el promedio de la etapa ha sido 4,8 kms a la hora)  hemos casi descendido hasta Aviñante de la Peña donde se nos han cruzado dos ciervos, vamos macho y hembra por tamaño y condición (no hay fotos, ha sido un visto y no visto) El paisaje una pura copia del de ayer. Media montaña, campos a un lado, la vía del tren de FEVE y chopos (a los que empieza a sentarles muy bien el color de otoño) encinas y acebos por doquier, etc. Lo que si ha sido una cierta novedad es ir pisando tierras negras. Se debe a la explotación de una mina de carbón de antracita (aún en uso) que va dejando sus restos por los caminos agrícolas y ganaderos.

Después Santibáñez de la Peña y otro de la Peña. La pregunta es obligada ¿por qué tanto nombre (ayer igual)con ese final dependiente? Pues porque la montaña más alta de esta zona alrededor de Guardo se llama la Peña de unos 1800 metros de alto. Aclarado el enigma. Esta ciudad ha padecido la crisis industrial del fin de la dependencia del carbón. Se nota, como en tantas otras denominadas en su día “la ciudad del dólar”, una crisis mal resuelta con parches de inversión pública.

Ah, la milanesa. Ayer (también pernoctamos aquí) tomamos una pasta, hecha por la propietaria de la pizzería (calabresa para más señas) extraordinaria y hoy tocaba repetir, no menú, pero si restaurante debido a lo singular del tema. Uno no se resiste a ir a un italiano (auténtico como este) y no pedir una “milanesa” al uso…bolognesa de primero y milanesa compartida de segundo…esta última no entraba en los planes de la cocinera y debido a lo artesano en la elaboración del rebozado casi nos dan las cinco de la tarde sin ser, precisamente una hora taurina…sino muy tarde para la siesta habitual. Todos había terminado el café en el momento que yo di cuenta de la parte correspondiente de una milanesa de ensueño. Si algún día, por eso de las casualidades, pasan por Guardo no se olviden de comer en “El Italiano”.