SANTA CATALINA DE SOMOZA A EL ACEBO

27,8 kms.

Salida a las 7,30 horas. Llegada a las 15,15 horas.

Pasos intermedios:El Ganso. Rabanal del Camino. Foncebadón. Cruz de Ferro. Manjarín

La Trucha  casa rural, correcta tirando a mal regentada por Jaime, 35 €, nada del otro mundo. La ducha correcta pero un frío del carajo.

Cena en la posada, correcta. Buenos gin tonics de Hendrix.

27 kilómetros y un desnivel hasta la Cruz de Ferro de más de 500 metros, un reto para este caminante.

Salimos de Santa Catalina de Somoza con dirección a El Ganso, pequeña población poco a destacar, solo la subida continuada. Al salir de esta población nos reencontramos con un rebollar que va marcando las bellezas de la etapa. Dejamos al lado el cruce para Rabanal Viejo y al poco el monumental roble del peregrino, conocido ya en esta región como el carballo de Fonso Pedredo.

Al poco una ermita moderna con aires de antigua y enseguida Rabanal del Camino, una sorpresa por su fisonomía y su contenido. Varios albergues, algún hostal, una tienda. Una iglesia, la de la Asunción de corte románica y hoy atendida por benedictinos que se han instalado en un moderno monasterio enfrente. Por esta población desfilaron en su día los templarios, el propio Carlomagno que desde allí divisaba Astorga y dicen que Sahagún, Y aquí pernocotó Felipe II en su peregrinación a Santiago de Compostela.

Seguimos camino y empieza un festival de dificultades que te sitúan en la auténtica realidad de lo que debería ser el Camino de Santiago. Una senda llena de piedras, que se estrecha al pasar por los pinares o rebollares. Arroyos del deshielo que dificultan el tránsito. Fuentes y más fuentes, de las que ya existían antaño y así en permanente y exigente subida hasta Foncebadón. Pueblo en ruinas que empieza a surgir gracias a la industria hostelera auxiliar al Camino.

Este pueblo que en 1900 tenía 270 almas sobrevive gracias al camino, de lo contrario estaría en ruinas como la mayoría de las casas. Superamos Foncebadón y continuamos en ascensión por la paralela de la carretera hasta la Cruz de Ferro, cima del Camino. Fotos y más fotos, lanzamos la piedra correspondiente a una montaña de piedras, un deseo. Un equipo de la tv japonesa haciendo un reportaje. Autocares en este lugar emblemático. Frío y amenaza de nieve y agua.

Hecho el ritual seguimos con dirección a Monjarín donde esperamos comer. Allí hay una casa de algún “pelut” que es peculiar. A pocos metros está un albergue “templario” por decir algo que regenta Tomás un buen hombre de Mallén y un grupo de “amigos” también peculiares. Baratijas, algún refresco y cientos de gatos y perros que te impiden  cualquier intento de comer aunque sea de lo tuyo.

Seguimos y a pocos metros en un area de descanso derruida un  ligero refrigerio dada la hora y antes de aventurarnos a la bajada a El Acebo con agua y con muchas dificultades por la orografía, pizarra muy resbaladiza. Una base militar de trasmisiones a la derecha. Todas las curvas ofrecen un paisaje y vistas de la maragatería espectaculares. Nieve y lluvia al frente que al final, 5 kms nos alcanza. Estamos en el primer pueblo de El Bierzo. Casas rurales, posadas y una nueva regentada por Claudia una chica de Reus que puede estar bien, pero  muy cara. Enfrente la Rosa del Agua, igual de bien y a buen precio 35. Yo voy a la trucha  que es una casa rural, correcta tirando a mal regentada por Jaime, 35 euros y nada del otro mundo. La ducha correcta pero un frío del carajo.

Cena en la posada, correcta. Buenos gin tonics de Hendrix.

El Acebo es un pueblo especial por su fisonomía y situación. Emilio hospitalero. Jaime ecologista de Santa María de Queralt, relación con todos los peluts.

Publicado en Diario de Teruel

LA QUINTA ESENCIA

La etapa de hoy muy exigente al caminante, no en vano desde Santa Catalina de Somoza es una continua ascensión hasta la mítica Cruz de Ferro, la cota más alta de todo el Camino. Es por el contrario la que representa, hasta ahora y llevo 24, la quinta esencia de lo que uno se imagina que es esta aventura. El necesario sacrificio personal que tiene el hacer más de 20 kilómetros diarios se diluye cuando la senda es fácil. La de hoy no, muchas piedras, mucha estrechez y dificultades añadidas por ciertas inclemencias del tiempo. Pueblos asidos a lo que fueron en su día, Foncebadón o Manjarín, te sitúan de forma imaginaria allá por el siglo XII. Sólo las nuevas infraestructuras hosteleras rompen con ese pasado. Arroyos del deshielo comprometen el paso al caminante. El propio suelo arrancado a la pizarra de la montaña se torna peligroso por resbaladizo con la lluvía o la nieve, como si quisiera rebelarse contra su agresor. Todo hasta llegar a El Acebo te devuelve a la esencia primigenia de cómo vivieron el primer Camino.