A MAR ABIERTO

A MAR ABIERTO

La aventura hasta Pría, unos 22 kms se presentaba como una incógnita por el estado de forma de los dos “peregrinos” en cuestión. Poco entreno, sobrepeso comprobable a simple vista, etc. Por delante un perfil de etapa. Suave para lo que acostumbra esta parte del Camino del Norte, donde los toboganes rompepiernas son constantes. Salimos de Llanes por el Paseo De San Pedro viendo a nuestra derecha el mar abierto. El camino por la costa, está trufado de acantilados que entra y salen del mar conformando una costa quebrada pero de una belleza espectacular. No me extraña que con temporal las imágenes que nos deja impresionen.

Un sonido se convierte en el rum rum de estos Primeros kilómetros. Las esquilas y el mugir de las vacas. Una señora del lugar nos confiesa de a poco que nunca había visto tanto ganado por estos lares. Pero habelos, hailos.

Dejas atrás una playa tras otra… Poo, Palombina, Borizu hasta llegar a Barro. De ahí a San Antolín, monasterio abandonado al que se llega después de una bajada de justicia donde las rodillas sufren lo suyo.

Antes dejamos atrás la playa de La Entrada que da puerta a una  laguna y después la propia playa conforman un conjunto fotográfico muy singular. Todo bajo la vigilancia De la Iglesia de los Dolores.

Caminamos hacia el interior entre la A-8 y la costa cantábrica para admirar la vegetación. Castaños centenarios, robles que miran al cielo como ninguno. Algunos árboles que dejaron ayer el verde y ahora lucen rojos…todo un sin fin de colores que se confunden con las camelias, las rosas en plena explosión; los helechos en verde. Hay que verlo. Detrás de esta vegetación exuberante asoman casas y casonas con porte y de buena construcción (se nota el dinero). De los indianos claro. Y es que aquí hubo una emigración masiva a Cuba, Venezuela, México o Argentina. Y volvieron y se construyeron su hogar de una forma singular (como las mansiones latinoamericanas).

Poco a poco hasta Ribadesella, donde pernoctamos y donde tenemos la suerte de poder comer en casa de Jaime Uz, una estrella michelin muy, pero que muy merecida. Por cierto los vinos a un precio ajustado, vale la pena.

Dormir en Pensión Arbidel, por 30 € más que recomendable.

Lo de mañana os lo cuento mañana.