“BUEN CAMINO”
La etapa entre Ribadesella y Colunga sigue los patrones de toda esta costa entre LLanes y Ribadeo. Camino entre una vegetación exuberante, bajada a playas de paraíso, acantilados de formas extrañas luciendo para la fotografía. Toboganes rompepiernas de “ya nos conocemos”, unos cuantos peregrinos (Casi todos nos adelantan) alemanes la mayoría…uno de ellos iba retransmitiendo (no se a quién) el Camino, porque no ha dejado de hablar las veces que hemos hecho el chicle con él (se paraba, sino de qué). La subida a San Pedro, después de pasar la playa de Santa María, de justicia. Aunque este año han instalado un “bidegorri” para evitar el peligro de la carretera. La primera anécdota del día se ha producido en esa playa. Hay que decir que todo el frente marítimo está repleto de casas de “indianos”, aunque algunas ya se han convertido en hoteles-residencia frente al mar (un lujo). A esas horas de la mañana, apenas las 7,30 horas…una señora de corta madurez, envuelta en un albornoz impoluto, ha bajado a la playa y sin solución de continuidad (sin albornoz, claro) se ha sumergido en las aguas del Cantábrico. No sabemos la temperatura del agua, pero no era la primera vez, lo digo por lo resuelta que se le ha visto. Nosotros tiritando solo de pensarlo.
Pasada la cuesta de San pedro y ya hacia la playa de Vega encontramos el primer hórreo asturiano con certificado de antigüedad. Detrás de él, otro y otro, valen la pena pararse. A continuación, a pocos metros, vuelves a encontrarte con la obra hiperrealista de un pintor que para mayor realismo se ha pintado asomándose a su ventana de ficción…la verdad es que pòr muchas veces que lo veas sigue sorprendiéndote. Pasas esa playa y toca subir (cómo no). Allí una familia de caballos con algunos potrillos te saluda (bueno te miran, ven tantos pasar). Y por esa escarpada montaña a la Playa de la Espasa y al fondo La Isla…dos enclaves turísticos (local y nacional se entiende). Desde esa atalaya se ve el litoral asturiano hasta la villa de Lastres (que gran recuerdo). Nosotros dejamos la costa para ir al interior a buscar Colunga. Camino de barro por la vía de los romanos (dicen aquí) hasta las primeras casas de esta localidad. Y allí la historia del día, algo por lo que bien valen estos casi 22 kms. Después de seguir en el aire una pareja de milanos o aguiluchos (no sabría diferenciar a esa distancia) y siguiendo el camino se oye una voz “permiten el paso?” Te das la vuelta y la voz enérgica corresponde a una señora de edad indeterminada, pero no menos de los ochenta, que montada en su bici, te pide paso y al adelantarte te desea “buen camino”. Cara de sorpresa , no te da tiempo a enfocar el movil y perpetuar el momento. Otra vez será. Caramba con la señora…miras atrás no sea que venga el diablo, por aquello de pactar con él lo mismo que ha hecho con la señora en cuestión. Luego Colunga, señorial donde las haya. Casas ”indianas” por doquier, como en toda esta parte de Asturias. Colada, que hoy toca. Comida de 10 € el menú, de esos que nunca eres capaz de acabarte…y a dormir en el Hotel Villa de Colunga. Sencillo, cómodo y a buen precio.
Mañana nos vamos a Villaviciosa…sidra El Gaitero, la más famosa del mundo entero…