ETAPA 22.MARRÓN GLACÉ

MARRÓN GLACÉ

A las puertas del hotel A Veiga en Samos, justo después de desayunar y prepararnos para una jornada en principio tranquila (15 kms  a estas alturas es un paseo) ha comenzado a nevar de forma copiosa…las imágenes no engañan. La verdad es que nos hemos medio espantado pensando en el día de ayer, que no fue nada fácil. Con esas perspectivas poco antes d ellas nueve hemos empezado a caminar junto al río Samos, caudaloso y más después de las nevadas de días anteriores y lo blanco que estaba todo a su alrededor. Este fenómeno nos ha acompañado durante casi todo el recorrido…justo 4 kms antes de llegar a Sarria y a unos metros de donde se juntan los caminos que vienen de Samos y de Triacastela (también por un momento ha nevado copiosamente) ha dejado de nevar y ya en el camino que quedaba hasta Sarria no había ninguna presencia de nieve en los campos circundantes. La nevada ha sido tenue durante la etapa, sin molestar lo más mínimo y lo más importante no había niebla con lo que hemos podido disfrutar de un paisaje blanco, eso si sin sol.

Después de dejar la carretera y adentrarnos en el monte y pasar algunas aldeas hemos recuperado algo que Galicia aporta y de que manera al Camino…las corredoiras. Su belleza, incluso con nieve, es de pintura hiperrealista. Cada paso es un cuadro diferente, porque a veces la vegetación cambia de una a otra. Aunque hay elementos comunes como son el musgo que te marca el norte…y los helechos que en esta época están empezando a verdear. Piedras, barro, hojas y agua son otros elementos comunes de las corredorias. Hoy se le añadía la nieve y especialmente la ausencia de los excrementos de las vacas…porque llevan días sin salir a los prados (la nieve tiene la culpa) y mira que hay casas con vascas en este recorrido. Bien es verdad que hemos podido fotografiar a una “rubia gallega” en una campa donde se apercibía la hierba debajo de la escasa nieve (estábamos a menos de 500 metros de altura), había más y algunos burros de cuatro patas.

Hemos titulado “Marrón Glacé” esta crónica del día 4 de febrero de 2018 porque junto a todo eso, más las aldeas, alguna parroquia con su iglesia siglo XII, había un elemento presente en casi toda la etapa…los castaños…centenarios, milenarios o de antes de ayer…porque es muy difícil descifrar su edad, aunque los troncos son espectaculares…si ayer el de Ramil estaba catalogado. Hoy había a cientos dándole al paisaje un aire de misterio. No me gustaría repetir aquella película “El bosque animado” que tan recurrente es su recuerdo cuando pasas por estos parajes donde habitan el “obisome” o las meigas(porque habelas, hailas). En medio de uno de esos bosques de castaños hay una casa que contribuye a incrementar lo que de misterio tiene esta tierra (las fotos no engañan). Un carro tirado por dos vacas disecadas…meigas por doquier…alguna muñeca en plan “chuqui”, etc. Una salvedad, cómo han cambiado las corredorias en los últimos tiempos…antes eran de piedras, ya sean cantos rodados, pizarra, etc. Lo del terreno. Hoy son verdaderas carreteras que unen casas y aldeas (todo avanza en favor de mejorar las comunicaciones, pero a veces uno tiene nostalgia de lo que fueron).Con todo esto, la tenue nevada, los pies mojados por el agua que corre como canales naturales por las corredorias y el barro hemos llegado a Sarria sin contratiempo…Hotel Alfonso IX, un 4 estrellas a precio razonable (de vez en cuando hay que darse un descanso). Comer en Restaurante Roma, recomendable, siempre que no se pida bacalao al pil-pil (la culpa es mía por pedir lo que no se debe pedir en Sarria). La tentación es grande cuando en la carta se ve “bacalao al pil-pil” y luego te das cuenta que en algunos sitios no saben hacerlo…mala suerte.

Mañana a Portomarín y a pasar el puente sobre “o noso pai” el Miño….