No conviene cimentar una carrera personal, especialmente en el sector público sobre falsedades ocultas tras currículos opacos. Si en la vida normal, en esa donde pasamos casi desapercibidos ya es difícil ocultar las mentiras (al final siempre hay un gracioso que avisa a los demás). En el mundo empresarial, profesional o político es prácticamente imposible tener espacios íntimos e intransferibles, la competencia se encarga de poner el grito en el cielo y sacar a la palestra tus miserias (incluso las referidas a unas malas notas en la educación infantil, vamos el cole). Imagínate si hay otras. Pero si además eres un o una político emergente, que vas subiendo puntos en el ranquing de futuribles. Los enemigos se multiplican en progresión geométrica y aparecen ojos que te vigilan detrás de cualquier esquina. Si eres mujer te aplican lo de a la mujer del César y si eres hombre averiguan si un día te negaste a cambiar los pañales de tu hijo o hija (le aplican el nivel de machismo social) y estás acabado en este mundo selectivo donde no puedes fallar.
Lo que no puedes pretender es que teniendo un pasado oscuro, quieras ser un político/a emergente capaz de mirar de soslayo a más de uno. Por mucho cuajo o por muchos padrinos que tengas…el enemigo es paciente y sabe que el tiempo juega a su favor. Tarde o temprano encontrará la clave de tu “caja fuerte” donde guardas esos secretos de juventud o no de tanta juventud. La vida está llena de ejemplos…cuantos son los que se han quedado en el camino y no eran tan vulnerables como Cristina Cifuentes. El poder no lo borra todo, aunque nos creamos lo contrario. Los archivos existen y el precio de la traición suele ser barato. Apenas lo que cuesta una exclusiva en un mundo mediatizado por las tertulias en radios y teles. Podemos hablar decomplot, de venganza personal y otros menesteres en el acoso y derribo…seguramente todo eso contempla el caso Cifuentes, pero nada de eso hubiera sido posible si no existieran los documentos escritos o audiovisuales que la implican en “errores” que a la postre te inhabilitan para desempeñar un cargo público de tanta responsabilidad.
En mi modesta opinión el Cristina Cifuentes es un eslabón más del cambio de cartel en la derecha española. Llueve sobre mojado y el Partido Popular es un barco a la deriva abandonado por sus antiguos protectores, me refiero a esa clase económica que marca los pasos a seguir y que busca en Ciudadanos una nueva marca que represente a una derecha “virginal” alejada de los vicios que originan la profesionalización de la política y las tentaciones derivadas del ejercicio continuado del poder, dicho en román paladino, la corrupción.
Si ayer fue Cifuentes, mañana será una nueva oleada de protestas de los jubilados y pasado mañana se abrirá otro frente desde cualquiera de los medios de comunicación dependientes de este u otro crédito sindicado con entidades que juegan a eso de condicionar las voluntades de los demás en su propio beneficio. Ahora toca un nuevo nacional-catolicismo que nos haga más y más conservadores…y todo cuando ya no nos acordábamos de algunos pasados recientes. La vieja Europa del clasismo que obligó a los desamparados sociales a la revolución del 1848 está resurgiendo en parlamentos donde se había instalado la tolerancia y la solidaridad como bien común después de la segunda Gran Guerra…atentos a la mirada que viene de allende los Pirineos, que no todo es “diseño y vanguardia”.