Las lluvias del ayer no hacían presagiar una mejora en el tiempo para lo que hoy tenía que acontecer. Ver de cerca el monte más alto de América, el Aconcagua. Para ello necesitábamos un pequeño milagro, que las previsiones cambiarán y de un día nublado pasáramos a un día despejado que nos permitiera fotografiar y ver este monte en todo su esplendor. Allí que nos fuimos con la información de la gendarmería de que el paso con Chile estaba abierto, pero nadie nos garantizaba que la otra parte se cumpliera. Coche y hasta Uspallata, unos 69 kms desde Mendoza, bien de nafta y a correr por la 40 hasta el desvío a la RN siete que nos llevará hasta esa ciudad (por cierto cuanta la leyenda que en esa zona Bertolucci rodó en su día “El Pequeño Emperador”. Nos quedamos con esa información. Pero la realidad es que Uspallata es un centro desde donde parte la mayoría de los turistas que visitan el Parque Nacional del Aconcagua. Un chocolate en la Casita de Suiza (correcto y nada más). La pregunta obligada ¿Cambiará el panorama allí arriba? Y la respuesta de rigor “no sé, quizás”. Con esa ambigüedad nos vamos cargados de ilusión. Más de 140 kms nos esperan hasta llegar a las primeras zonas con personal, aunque sea poco…Pero antes, amigos una montaña detrás de otra y a cual más impresionante…las primeras nieves (ayer dicen que nevó)…mientras te cruzas con un sinfín de camiones que vienen de Chile y adelantas a los que van…motos, muchas motos y autocares de excursionistas de un día (como nosotros)…algunos caballos en la orilla del río Mendoza son todos los animales que hemos visto. No, un espectacular cóndor sobre el centro de visitantes en el Parque Nacional y nos confiesan que una liebre enorme cerca de la vase del Aconcagua…Primero la estación de esquí Los Penitentes…más tarde el Puente del Inca (que se está revelando como el centro turístico por excelencia a esas alturas y el Parque Nacional con el Aconcagua enfrente. Mientras vamos llegando nuestros ojos se van hacia las pocas nubes que envuelven el cerro…con la esperanza de verlas desaparecer…Sobre las doce llegamos al centro de control de visitantes donde nos informan (pero antes el episodio del cóndor revoloteando sobre nuestras cabezas (vengan fotos, muchas, por todas las que quedan desenfocabas cuando utilizas el zoom). Nos inscribimos y previo pago de 20 pesos nos acercamos hasta el límite de vehículos y desde allí andar hasta un mirador (la nube seguía ahí, cachis en la mar). Como la esperanza es lo último que se pierde. Pues eso a esperar. Mientras vimos ese paisaje que te cautiva, aunque no tuviéramos la cima despejada. Los alrededores, las montañas que colindan a este gigante son un espectáculo en si mismos…Nada se perdía. Y esperamos confiando que un suave viento hiciese desaparecer la nube . Pero se retrolimentaba por si sola… Una vez intuimos la cima y foto va y foto viene…pero lo dejamos para continuar camino hasta Villa de las Cuevas, el último lugar habitado antes de Chile…Además donde nace el camino hacia el Cristo Redentor que como no es verano no se puede acceder (antes de la nueva carretera era paso obligado para los vehículos).Y final de trayecto de un tren que nació en los 50 y acabó en 1986 por aquello de que nunca fue rentable. Menú de turista con cierto toque de cocina local y regresamos por donde habíamos subido. Pero “el milagro” nos aguardaba al llegar de nuevo al Centro de Visitantes…La cima del Aconcagua estaba limpia (Bueno casi limpia). Parada sin fonda y fotos, primero la cámara grande y luego el móvil (ponte ahí que te hago una foto, ahora los dos y así hasta que se te calienta el dedo)…Alguien al bajar comenta con cierta sorna “¿havrá sido la Difunta Correa?. Porque a pocos kms un enorme altar y miles de botellas de agua crean una imagen que por mucho que la veas te parece insólita…Una vez pasamos Uspallata de vuelta empiezan las grandes extensiones de viña…las bodegas, así desde Luján de Cuyo hasta nuestro destino en Eugenio Bustos en pleno valle del Uco…donde se produce ese malbec que distingue esta zona.
Al llegar a destino nos encontramos con la última sorpresa del día. Nuestro alojamiento está rodeado de viñas y con su bodega correspondiente. Un excelente colofón a un día excelente también.