No es nada fácil describir sensaciones. Puedes explicar lo sucedido, incluso intentar reflejar lo más fielmente posible lo que has visto. Darle contenido al relato de un paisaje o de lo que sucede en ese paisaje, de cómo se mueven el escenario personas o animales en ese momento. De todo eso puede hasta que te entiendan. Pero cuando saltas hacia el mundo de las emociones, la realidad supera a la capacidad de tu mente. Sucedió anoche con las auroras…Hoy era una excursión para ver algún lago helado, fiordos en otra Laponia (con mar) léase Noruega que está aquí al lado. Si pillábamos algún reno despistado (Las manadas, esas que salen en la tele, están en las montañas y todos dicen que volverán a los corrales el 30 de noviembre) la presencia de alguna marsopa (muy difícil de ver) aves de estos lugares y todo aquello susceptible de considerarse singular. Con esa intención salimos esta mañana hacia el norte. Cruzamos la frontera después de un café con tapa y la primera fueron tres renos (efectivamente despistados) buscándose la vida entre la nieve (había que verlos patear el suelo para encontrar algún brote de hierba que llevarse a la boca) Ya la adrenalina empezaba a subir de nivel. Un poco más adelante unos cuantos más, esta vez a tiro de las cámaras, pero sin zoon. Dicen por aquí que los renos bajan hasta la propia carretera en busca de la sal que echan en la calzada para combatir el hielo (será verdad) El paisaje envuelto en manto blanco era cada vez más atractivo…las montañas con el sol matutino (no hay otro) iluminadas en sus copas. Los ríos helados (la temperatura lo permite) luego los lagos o laguitos también en blanco y dispuestos como pista de patinaje. Mas tarde un lago de dimensiones considerables también bajo los efectos del frío. Hasta llegar al primer fiordo (donde volveremos a comer) este no está helado (ya estamos metidos en el mar) Paisajes con signos de admiración, de exclamaciones en silencio. Vamos que empezaban las emociones a flor de piel (tapada por el frío) En esas que te paras para (adivinar, más que ver) allá en lo alto de un abeto (pero que muy alto, parecía una piña más que una lechuza gavilana…pero lo era, los prismáticos y Marc, que de esto sabe un montón, así lo afirman) Seguimos en busca (o por si aparece) el Pigargo europeo (que no es otra cosa que una rapaz, a modo de águila con distancia de alas de más de dios metros y medio, que se alimenta de carroña, pero que es pescadora, lo ha demostrado) y otras especies autóctonas. En otro de los fiordos, donde las piscifactorías naturales de salmón se concentran una detrás de otra; allí estaba el Pigargo (varios, dice Marc que nunca había visto tantos en este lugar) atacados por unas gaviotas considerables y con ganas de expulsarlos de su territorio para no compartir alimento. Por cierto, uno de los Pigargo ha pescado y eso ha soliviantado al grueso del pelotón de gaviotas…la escena en video resulta muy interesante. Con esas, se nos hacia la hora de comer…en esta ocasión por haber comido (con eso está dicho todo) Volvemos a Suecia, con parada en el super (ni os quiero contar que hemos comprado para una tarde de espera) Ya en las cabañas, juegos de mesa y…los puntos suspensivos los rellenan ustedes. Alguna siesta esporádica, más compras de última hora y actividades varias.
A eso de las ocho y media los “jefes” (Marc y Ainara) tocan a arrebato. A la furgo y a cazar la aurora (nos avisan de que la actividad está muy limitada) De aquí hasta Abisko y a esperar que mejore. Hay que decir que no ha tenido la espectaculidad de ayer, aunque el frío tampoco era el de ayer…fotos, ahora sí, ahora no…se va y luego vuelve. Las fotos hacen justicia a una noche de “caza auroras” sin mayores éxitos, pero con esa luz que se refleja en la cámara.
Así ha sido y así os lo hemos contado. Mañana más.