ETAPA 25 O’CADAVO-LUGO

KILÓMETRO 100

Al sol de ayer le ha salido una niebla espesa esta mañana. Noche cerrada cuando hemos empezado a andar en Vilalle para llegar a Lugo 25,7 kms más tarde. La niebla dificulta el Camino, pero sobre todo da una sensación de tristeza porque detrás de esa bruma espesa está el sol que alegra y cómo el Camino. De nuevo a las corredorias (cómo me gusta este terreno) pero esta vez han comenzado las grandes extensiones de carballeiras que determinan las muchas sensaciones que se viven a diario en el Camino. El tono gris de los carballos y del conjunto contrasta y mucho con los helechos y el musgo que se “apega” a la piedra de granito (de aquí al lado) en un tono verde diferente a otros que hayamos visto. La alfombra de hojas de carballo se ha teñido en forma y colores, del rojo “Hollywood” al negro “barro” que lo ensucia todo (le dan el tono general a esta etapa) Aunque en alguna ocasión la comodidad de andar por esa alfombra encierra pequeños contratiempos, con caída inexorable en un barro negro (que difícil es de quitar) Ese paisaje invita a estar muy pendiente (de los perros…cómo no) del suelo (muy peligroso)  y del agua traicionera que te envía al mundo de los “pies mojados” (ya aparece demasiadas veces en estas crónicas. Porque luego hay que lavar calcetines) Hemos hablado de las carballeiras, pero no le hemos “dado bolilla” a otros árboles  que “bienviven” en este maremagnum de campos, entre pastos, coles de vaca, alguna naviza para el caldo y cítricos (limoneros) que adornan algunas casa de aldea. Me refiero a pinos y eucaliptos. Pues ese conjunto es el que conforma lo que en su día José Luis Cuerda retrató en su “Bosque Animado” (por cierto mientras hablaba de él en Radioilla, fallecía. Triste noticia) Un bosque animado que con esa niebla a lo Londres, no es extraño que a la vuelta de cualquier recodo y detrás de los carballos milenarios (las dimensiones de su tronco lo hacen posible) aparezca una meiga o varias e incluso el “obisome” que como leyenda del “hombre lobo” también ocurre en la Galicia que hoy hemos andado. Aldeas que te recuerdan a fotos antiguas, de esas que ahora tanto gusta colgar en el Facebook (desempolvando los álbumes de la abuela) una detrás de otra con su cruceiro en las puertas del cementerio y alguna iglesia de dos campanas a la que le falta una. Pues cdon esas y hoy sin mirar al final de la cuesta (no ha habido. Bueno, destacables) llegamos a Lugo, la ciudad de la muralla del siglo II por la que transitan los usuarios de la senda del colesterol. Bonita catedral (André, andresiño en Galicia, pudo ir a misa y de esas que hacen adictos entre los que ya creen. Con muchos curas y todos cantando) La plaza mayor. Calles donde se suceden los bares de tapas bajo unos soportales preciosos como la plaza del campo. Pero lo que me ha sorprendido es que ya no se circula por intra muros…quien lo haya decidido merece un premio y exportar la idea a otros lugares. Hoy tocaba sushi para cenar (hay que compensar los caldos y la zorza diaria del menú del peregrino) Brillante idea del amigo Michel (como se nota que es artista, por lo de la creatividad improvisada) Dormir en Hotel España, correcto y si os sirve de algo sus habitaciones dan a la muralla, que es un plus.