EN EL PAÍS DE LOS CÁTAROS

A las diez de la mañana de un 10 de junio de 2015, salimos de Vilassar de Mar con 16 días por delante para completar el viaje más completo que hayamos hecho a Francia. La primera etapa nos llevará hasta Saint Remy de Provenze. Unos 520 kms más allá. Nos hospedamos durante tres noches en Castelet des Alpilles en esta ciudad de la que tendremos tiempo sobrado de hablar y que ya conocemos. Un hotel de 3 estrellas situado a cuatrocientos metros del centro. Correcto, buen trato y a 118 € la noche sin desayuno.
Antes el recorrido tiene su primer objetivo, la Abadía de Fontfroide a 15 kms de Narbonne. En teoría deberíamos tardar unas dos horas y 15 minutos. Nos retrasamos por desconocimiento y llegamos sobre la una de la tarde, hora de comer. En la abadía existe un restaurante, no lo probamos. En esta ocasión llevamos nuestros propios productos. Justo lo que estáis pensando. Jamón, lomo, butifarras, un chorizo de ensueño, ventresca de atún, tomates, fruta y complementos todo en una nevera al uso que mantiene tod a 5 grados. Se me olvidaba, una caja de Manyetes del 2008 (René Barbier production) para amenizar el picnic.
Vamos a la Abadía de Santa María de Fontfroide…
Este conjunto, con un encanto pintoresco, fue fundado a finales del siglo XI por monjes benedictinos y asociado a la orden del Cister en 1145.

Este monumento cisterciense, magníficamente restaurado, está abierto todo el año y se puede recorrer en una visita guiada de alrededor de una hora o en una visita temática… La serenidad impregna lugares como la iglesia abacial del siglo XII, con unas vidrieras modernas, el claustro con columnitas románicas, la majestuosa sala capitular con columnas de mármol, los edificios de los monjes y los conversos, sin olvidarnos de los jardines aterrazados y la magnífica rosaleda compuesta por más de 2500 rosales.

Después del picnic en los jardines de la Abadía, nos encaminamos hacia Lagrasse, 32 kms por carreteras rodeadas de cepas, olivos y cipreses. Le falta el trigo para  ser un paisaje de la Toscana…pero eso es otra historia. Lo que es cierto es que los pueblos que se suceden en esta carretera son de parecido pelaje a los de la región italiana. Pronto llegamos a Lagrasse uno de esos pueblos donde el tiempo se ha detenido, pero donde los comercios cada día se modernizan respetando su conexión directa con el pasado reciente.
En el corazón del macizo de Les Corbières, a orillas de un apacible río, el pintoresco pueblo de Lagrasse, incluido entre los más bellos de Francia, forma un conjunto armonioso, con su viejo puente de lomo de asno sobre el Orbieu, sus casas medievales, sus vestigios de antiguas murallas y su abadía dominada por una imponente torre-campanario. Antes de visitar la abadía de Santa María de Orbieu, dese una vuelta por la ciudad medieval, un lugar lleno de encanto en el que, entre otras cosas, podrá contemplar un viejo mercado del siglo XIV con pilares de piedra, puestos de artesanía artística y una iglesia de estilo gótico declarada Monumento Histórico.

Después, en la otra orilla,  la abadía benedictina de Santa María de Orbieu, fundada en el siglo VIII, que conoció en el pasado una gran prosperidad y una gran proyección intelectual. El patio del palacio viejo, la capilla baja, la bodega, la panadería, la sacristía, el transepto norte, la torre prerrománica, el dormitorio de los monjes, la capilla de San Bartolomé, la sala del maestro de Cabestany y la sala de los guardias son algunos de los lugares que podrá descubrir durante la visita de la parte medieval que pertenece al Consejo General de Aude. (Tampoco es imprescindible).

Terminada la visita a Lagrasse,que incluye la iglesia de San Miguel…nos dirigimos a Carcassonnne, la capital de los cátaros. Allí tomamos el trenecillo de los turistas (aconsejable si no dispones de mucho tiempo, porque te da una visión global de la ciudad) y eso vimos la Carcassonne de fuera de la cité… Interesante de fuera y de dentro…
¡Con sus 3 kilómetros de murallas y sus 52 torres, la ciudad alta de Carcassonne, ubicada en la orilla derecha del Aude, es la mayor ciudad fortificada de Europa! Incluida en el patrimonio mundial de la UNESCO, esta famosa e impresionante ciudad medieval de Aude, magníficamente restaurada en el siglo XIX por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, es uno de los destinos más visitados de Francia.

Los amantes del patrimonio y de las piedras antiguas podrán disfrutar de lo lindo descubriendo los tesoros arquitectónicos de Carcasona… Estos son algunos de los testimonios del pasado que se pueden disfrutar en un paseo por Carcassonne: las majestuosas fortificaciones galorromanas y medievales que protegen la ciudad; la imponente puerta Narbonesa, flanqueada por dos altas torres en espolón; el castillo condal del siglo XII, erigido bajo la dinastía de los Trencavel, que hoy en día alberga un museo lapidario; la basílica de San Nazario, con sus estatuas góticas y sus espléndidas vidrieras de los siglos XIII y XIV; o el paseo de las Lizas, situado entre los dos recintos de la ciudad, La preciosa plaza Marcou, con sus terrazas de cafés sombreadas, y las calles pintorescas, jalonadas por puestos de recuerdos y de artesanía complementan el recorrido. La verdad es que tiene un punto de exceso turístico. En la plaza Marcou apenas puedes moverte entre la nube de sillas de los bares. Lo que pasa es que el conjunto es espectacular.

Dada la hora desde Carcassonne, via autopista directamente a St-Remy de Provenze donde  llegamos tres horas después, sobre las nueve de la tarde.
En el tintero se nos quedó Narbonne y especialmente su catedral. Volveremos.