PERDINYÀ

Duración: 1 día (algo justillo)
Origen: Barcelona
Destino: Palau-sator (Baix Empordà, Girona, Catalunya, España)
Pasos intermedios: Sant Miquel de Cruilles- Pedrinyà- Pùbol- Ullastret- Bellcaire d’Empordà- la Tallada d’Empordà- Maranyà- Peratallada- Sant Julià de Boada- Fontclara.
En aproximadamente una hora y treinta minutos se llega perfectamente hasta Sant Miquel de Cruilles, tal vez en poco menos.
El recorrido es A-7 hasta la salida 6 al norte de Girona y desde allí por la C-255 al desvío de La Pera, a mano derecha. Esta pequeña carretera nos traslada a un cruce que donde puedes desviarte a Pedrinyà o a Pùbol, Castillo donde residieron Dalí y Gala.
La visita es obligada a los dos lugares. En Pedrinyà nos toparemos con una Iglesia dedicada a Sant Andréu, que realmente enamora a primera vista, tiene, quizás, una de las visiones más maravillosas que puede tener quien es vicioso del románico. Observen.

Iglesia del siglo XI, destaca por la sencillez de su construcción, de una sola nave con ábside en la cabecera. En el exterior pueden observarse elementos decorativos lombardos. En el siglo de su construcción era parroquia de este núcleo de población, pero a lo largo de los siglos la perdió en honor de San Isidro de La Pera.
Sant Andréu de Pedrinyà no se puede apreciar como un ente solitario, sino que hay que observarlo en el entorno mágico donde está construida y que es representativo de lo que verá el visitante a lo largo de la comarca del Baix Empordà: masias y masias perfectamente restauradas a modo de segunda y quizás primeras residencias.





De retorno a La Pera, pasamos un momento por Pùbol, que si es conocido mundialmente por el Castillo donde residió y murió Dalí, y su esposa Gala. El entorno medieval del núcleo urbano es muy destacable. Entre los muros se respira en otoño e invierno una paz envidiable, otro gallo canta en verano cuando está abierto el Castillo.



A pesar de que cerca de La Pera hay un desvío hacia L’Estartit, la GI-643, que después de Serra de Daró se desvía por la GI-644 y nos lleva a Ullastret. Teníamos prisa por llegar a San Miquel de Cruilles y asistir al magnífico espectáculo del gran románico, los monasterios. Llegados a La Bisbal de l’Empordà, al final de la avenida de las tiendas de cerámica, en un semáforo hay un cartel que indica a Sant Miquel de Cruilles, que está aproximadamente a unos 3 kilómetros por la GI-664. Al llegar al núcleo de Cruilles hay que buscar el camino, que pasa por un puente debajo de esta carretera y luego a unos 500 metros (asfaltados) se alza este conjunto monumental.

Datado en el siglo XI, hoy solo se mantiene en pie la Iglesia de lo que fue un monasterio benedictino. Realmente está muy deteriorado, pero es una de las joyas románicas de Catalunya. Parece ser que empezaran pronto los trabajos de restauración.
El edificio es de planta basilical con tres naves encabezadas por tres ábsides semicirculares. Todo el exterior conserva la decoración lombarda de la época en esta comarca.








La distribución de las ventanas en los ábsides es simétrica solo en el de la nave central, que contiene tres. Dos en el primer ábside y uno en el del lado norte y dos en el del lado sur.
Pocas o casi nada se ha conservado del resto del conjunto, la puerta de entrada, con el arco extradosado y la base del campanario, ya que el resto corresponde al siglo XVI.

En su interior, destacan las pinturas románicas del siglo XII que se conservan en sus tres ábsides, especialmente en el mayor, que son de las pinturas románicas más originales de Catalunya. Imitan cortinajes y sobre un fondo rojo destacan  una doble fila de leones enfrentados de color blanco.

A la singular belleza del conjunto, que ya merece una visita se le une el interior de la iglesia donde sorprenden esta pinturas en las paredes de los ábsides. Destaca también un pila bautismal que está hoy entre algunas piedras pendientes de la restauración. La Generalitat debería pensar en restaurar esta joya, única en Catalunya por sus pinturas. (ver foto)

Antes de regresa a La Bisbal, por la GI-664, damos una vuelta por Cruilles, donde se destacan edificaciones de claro origen medieval, como muchos núcleos de la comarca.

Ahora si, tomamos la GI-644 después de La Bisbal y vamos hasta Ullastret.  Si las ruinas del poblado ibérico son el atractivo principal de este municipio, su núcleo urbano, amurallado y medieval forman un conjunto espectacular acorde con la historia de la comarca.

Destacable también su iglesia, consagrada a Sant Pere. Es una construcción de mediados del siglo XI, de una planta basilical, con tres naves. Las dos laterales convergen sobre la cabecera, lo que le da una forma trapezoidal a la planta del edificio. Tres ábsides encabezan esta iglesia, aunque el central es mayor y más profundo. Exteriormente los ábsides acaban en una cornisa biselada y tiene ornamentación lombarda.

Ya hemos hablado de la recuperación de masias por parte de ciudadanos que han escogido esta comarca para su descanso o por qué no, para su actividad profesional. En Ullastret nos sorprendió una de ellas  y aquí se la enseñamos.






De Ullastret a Serra de Daró y a Torroella de Mongrí por la Gi-643 en esta población tomaremos la Gi-640 hasta el desvío de Bellcaire d’Empordà. Este es nuestro destino inmediato, buscamos la iglesia de Sant Joan erigida  sobre un montículo donde se localizaron vestigios romanos. Datada a comienzos del siglo XI, excavaciones realizadas a partir de 1960, permitieron encontrar una necrópolis medieval y una parte de la estructura del primitivo edificio prerrománico.

La estructura que vemos ahora se corresponde con una construcción basilical de tres naves, con transepto y un ábside semicircular. El transepto corresponde a la época prerrománica. El interior se observa como la esbelta y estrecha nave central se comunica con las laterales mediante dos arcos de ferradura sostenidos por dos gruesos pilares, hechos seguramente con los restos de las construcciones romanas del lugar.

El ábside había sido decorado con pinturas románicas y todavía se pueden observar algunos fragmentos. La parte más importante está en el Museo de Arte de Girona y en la colección Batlló. Según los expertos son del siglo XII y representan el Pentecostés.



Desde Bellcaire nos dirigimos a la Tallada d’Empordà, allí encontramos la iglesia de Santa María. Construida a finales del siglo XII o princpios del XIII, ha sido reformado en época barroca. De una sola nave, con ábside semicircular que posteriormente fue fortificado con una torre construida sobre el ábside.

A poca distancia está Maranyà y allí la iglesia de Sant Esteve. Construida en el siglo XI, es de una sola nave con ábside semicircular fortificado. En su interior destaca la decoración mural del àbside, muy mal conservada, pero que data de los siglos XII y XIII. Se pueden identificar escenas de la crucifixión y la de la natividad.



Desde aquí nos vamos hacia Palau-sator, lugar escogido para la comida. Pero antes como buenos turistas haremos una parada en el conjunto medieval de Peratallada. Obligado y también por devoción. Este pueblo representa en cierto modo al entorno que hemos venido diciendo. Amurallado, recuperado arquitectónicamente. Solo tiene un inconveniente, es un escaparate al turismo. En otoño-invierno el efecto es mínimo. Me temo que en verano es mejor pasar de puntillas por él.

El Castillo forma parte del señorío de Cruïlles y Peratallada, después de la unión de la Baronesa de este municipio con el señor de Cruïlles. Allá por el 1250, aunque el castillo está datado desde el 1039.  Residencia predilecta de los dueños, en él se alojaron en diferentes ocasiones los reyes de la corona aragonesa-catalana.

La torre, rectangular tiene unas dimensiones de 8 x 4 metros con unos muros de 1,75 metros. La puerta se eleva a unos 7 metros del nivel del suelo. Entre esta torre y el palacio gótico (en la foto inferior) se han encontrado restos de edificios rectangulares más antiguos que los de referencia. Según se ha documentado la cronología va desde la época visigótica hasta el siglo XII.





Por lo que respecta al recinto amurallado se conservan tres torres de planta cuadrada. Aunque se sabe que se construyó entre los siglos XII y XIII, la parte más alta de los muros son de los siglos XVI y XVII.
Todo el conjunto es una apuesta por el pasado medieval.

Fuera del recinto amurallado de Peratallada se encuentra la iglesia de Sant Esteve, documentada al inicio del siglo XIII, se construyó parte con anterioridad, seguramente a finales del siglo XII.
Es una construcción de dos naves encabezadas por dos ábsides semicirculares lisos, y con una sola ventana. El campanario de silleta.

De aquí a Palau-sator, solo tres kilómetros, pero todavía da tiempo para una visita rápida, casi de turista japonés a dos iglesias románicas, una a Sant Julià de Boada, una de las construcciones prerrománicas mejor conservadas de la comarca, lo que es lo mismo que decir de Catalunya. Estaba cerrada, pero nos quedó la imagen de su belleza.
Su interior, desconocido para nosotros, merece una visita posterior.





A poco más de un kilómetro de Palau-sator está Fontclara y su iglesia dedicada a Sant Pau. Construida en el siglo XI, aunque ha tenido varias reformas posteriores, tiene una sola nave acabada en un ábside, con ornamentación lombarda. El campanario de silleta con dos ojos, y la puerta barroca, del 1639. En su interior unos frescos, seguramente del siglo XIII.

En Palau-sator sorprende el conjunto de la población. Presumiblemente el visitante busque la iglesia de Sant Pere y acaba viendo el pueblo, la torre con el reloj de 1936. Y se fija en las calles, en la plaza del pou o en las casas restauradas que combinan la piedra de hoy con aspecto de ayer.



Dicen los medievalistas que no se puede disociar la visita a las construcciones románicas sin un buen ágape final. Es rigurosamente cierto, ya que el propio entorno (esencialmente campo) invita a platos de la tierra, elaborado hoy, quizás, como se hacían entonces.
Es zona de muchos restaurantes para dar comida a los muchos turistas de la Costa Brava. En invierno cierran algunos de ellos y especialmente en estas fechas. Nosotros, ilustrados por un residente, reservamos en Mas Pou,  de Palau-sator. Una masia a tono con el conjunto del pueblo, muy bien puesto, con mucha luz y visualmente excelente. El servicio acorde con la bondad de las instalaciones.
La cocina tradicional, aunque no exenta de gustos europeos, como es obligado para los comensales que reciben. Bodega discreta, tiene de todo, pero corto, una, dos o tres marcas de cada denominación de origen de las más solicitadas: Rioja, Ribera del Duero, Castilla-León, Somontano, algún Toro y naturalmente Penedés y Empordà. Bien la carta de cavas, especialmente Codorniu, lo que no es una gran noticia. Aderezados con Recaredo Brut Reserva ,un gran cava, ya se sabe y Juvé Camps reserva familia, lo que tampoco es una garantía. Faltan vinos, es obvio y algunos cavas.
La comida excelente. De primero caracoles a la llauna con all i oli o con un sofrito de tomate muy acertado. En este caso pedir media ración.  Sorprenden platos de elaboración como los canalones, una pinta excepcional. También las ensaladas tiene su cabida en una carta internacionalizada.
Sin tocar pescado, pese a que la zona se abre al mar. La carrillada de ternera es un plato con una elaboración excelente. Fantástico el pato con peras. En esta zona y en el Alt Penedés, el pato es el príncipe de la cocina. Vimos en la carta unos Pies de cerdo con caracoles que debe ser especialidad de la casa y otros guisos que probaremos en otra ocasión.
La relación calidad precio: Un plato de caracoles para los dos. Un pato con peras y una carrillada de ternera, regado con un Yllera crianza del 97 a 1.500 (está muy bien), helado de crema catalana con higos, y cafés, 7.894 pesetas, con el IVA incluido. Excelente. Con la cuenta te regalan unas entradas al Museo Rural del pueblo, donde hay una tienda de delicatesses autóctonas. Toda una invitación.
En Mas Pou hay que reservar.

Teléfono 972634125