LA ESPAÑA EN BLANCO Y NEGRO

Hoy ha vuelto a aparecer la España de en “Blanco y Negro” que la inmensa mayoría ya creíamos amortizada pero que algunos “nostálgicos del oscurantismo” quisieran mantener desde la “supuesta” inmortalidad del dictador. No me interpreten mal, no me refiero ni por asomo al discurso de Felipe VI en los Premios Princesa de Asturias en Oviedo. Correcto en el tono (no como el anterior). Cuando se ha referido a Catalunya, sabiendo los “oyentes” que había en el escenario,  lo ha hecho basándose en los principios fundacionales de la CEE o lo que es lo mismo aquello que contemplaba el Tratado de Roma de 1957. Democracia y respeto al estado de Derecho (ha sido la base). Todo es opinable…y la mía se circunscribe a la pulcritud del discurso y la oportunidad del mismo ante los  presidentes de las tres instituciones europeas.

Cuando hablo de España en “Blanco y Negro” me dirijo directamente a la “oportunidad” inoportuna del Comité de Competición del futbol español que ha abierto un expediente disciplinario al Reus Deportivo por exhibir una senyera de 35 metros y proferir gritos en favor de la independencia de Catalunya durante un partido (el miedo al Barça es evidente, porque desde tiempos remotos “cinco años por lo menos”, en los minutos 17 de cada parte se alude  a dicha independencia). No es una anécdota y por eso no me gustaría que pasase desapercibido por aquello de que es futbol. Obedece a la sinrazón de un colectivo de nostálgicos de un ayer más que oscuro de nuestra historia. Un colectivo que yo no se cuantificar, pero que existe y cada vez viene manifestándose buscando su espacio político  (hay que descartar a formaciones políticas que forman parte de un firmamento pintoresco pese a su belicosidad). Me refiero a la vieja aspiración del Cardenal Suquía y que continuó el cardenal Rouco Varela al albur de un Vaticano ultraconservador en lo de la fe y que tenía como socio al Opus Dei con prelatura y todo. Hoy algunas voces como la del señor Aznar avisando de los límites de una reforma constitucional podrían encuadrarse en esa operación ultraconservadora. No debemos pasar por alto posicionamientos de este tipo que contribuyen a romper la convivencia de una sociedad que la está manteniendo con simples palillos y que corre el riesgo de fracturar definitivamente a la sociedad catalana de forma irreparable (si no lo está ya).

Alguien en su sano juicio deberá responder con las armas que tenga la Federación de Futbol o el Consejo Superior del Deporte o el “sursum corda” si es preciso para devolver a sensatez y corregir tamaño disparate.

La nostalgia que es atractiva para quienes quieran recordar momentos que han marcado sus vidas puede resultar peligrosa si se llaman a tiempos pretéritos que ni nos gustan, ni queremos ver reflejados en una sociedad, la española y también la catalana, incluida la de la desafección, que está por la labor de conquistar el siglo XXI antes que retornar a la parte negra del siglo XX.

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