¡HASTA AQUÍ!

Me he sentido perplejo y desorientado hasta que he oído las declaraciones de Xavier Domènech en los pasillos del Congreso esta misma mañana  (“la de la repuesta”),claro.

Después de oír a Domènech (cuanta lógica aplica el sujeto) he empezado a cabrearme con Puigdemont, con la situación, con Rajoy, con los partidos centralistas y para colmo con Aznar y “los suyos”.

Leída la respuesta de Puigdemont al Gobierno del Estado a uno se le queda cara de tonto (la misma que pones cuando el Barça ataca y ataca y le meten un gol y pierdes el partido). Reclama diálogo (es justo y necesario). Dice que el Parlament no ha votado la independencia (está claro que el 10-O no hubo votación). Entonces qué caray suspendió usted ese día. Y qué firmaron ustedes solemnemente después de la sesión (vueling) con retraso.

Me imagino la decepción en estos momentos del millón de personas que se manifestó el 11 de septiembre. Me imagino la decepción de ese 42% que votó si a la independencia el 1-O en condiciones heroicas. Me imagino la decepción de los trescientos mil que se manifestaron contra la represión policial el 3-O. Me imagino la decepción de los miles que encendieron velas contra el ingreso en prisión de los Jordi. Me imagino la decepción de los miles y miles de las manifestaciones de la plataforma Parlem. Me imagino la decepción de los centenares de miles de la manifestación unionista del 8-O, que pensaron que subyacía implícita una declaración de independencia. Luego están los otros catalanes, los que no salieron el 11-S, ni fueron a votar el 1-O, ni fueron a la manifestación del 8-O. Pero que asisten con preocupación al clima de fractura social. Que son testigos de como ha subido la vehemencia en las discusiones entre amigos. Que observan la marcha de las empresas de Catalunya y se preguntan por la continuidad de sus puestos de trabajo o los de sus hijos. Esa también es una masa social importante que no descifra o no entiende que usted dijera “ayer si y hoy no”. ¿Y todo para esto?  me ha preguntado uno de ellos esta misma mañana.

Ya sabemos que la ambigüedad es el estado natural en la política. Pero cuando se tiene detrás una importante masa social que necesita una buena dosis de ilusión para mantener las movilizaciones contra “el Estado represor”. Hay que ser claro y contundente. Aún a riesgo de la libertad personal. Que razón tuvo el señor Iceta cuando el 10-O dijo aquello de “no se puede suspender lo que no se ha proclamado” y usted sonrió no se si pensando “Iceta no se entera o Iceta la ha acertado. Hoy le ha confirmado su apreciación…”no hay república independiente”. Y aquí empieza la segunda reflexión…señor Rajoy no hay motivo para la aplicación del 155 porque la Generalitat niega la mayor…(como ha dicho Domènech). Entiendo que el diálogo debe vertebrarse sobre las reglas del juego y que el Estado no puede aceptar un “de igual a igual”. Pero de entrada en Catalunya se necesita esa foto. Incluso a usted diciéndole al señor Puigdemont que sólo desde las reglas extraídas de la propia Constitución cabe la negociación. Y a continuación empiecen a hablar de su modificación con el concurso de aquellos partidos que quieran adherirse a ese trabajo difícil pero imprescindible. No puede haber dos lenguajes, uno para la España allende las fronteras de Catalunya y otro para consumo interior de Catalunya. Hay que hablar alto y claro para que nos entendamos desde Cádiz hasta La Jonquera.

Un paso adelante sin mirar atrás pero aprovechando lo que estos años de democracia y convivencia nos han enseñando. Hay que buscar sin vacilar esa Catalunya donde quepamos todos y eso pasa por comprender todas las sensibilidades que coexisten en ella. Aunque después de todo esto será “casi” imposible recuperar alguna de ellas. Es mucha la desafección y  se han roto muchos lazos de unión, pero hay que intentarlo o soportarlo con cierta tolerancia.

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