La voz de los otros o de los otros, “los pingüinos” de los que habla en su crónica el bueno de Enric Juliana debería obligar a reflexionar a quienes tienen la posibilidad de aplicar su mayoría en el pleno del Parlament de mañana de forma unilateral. Hay también un movimiento social importante que ayer se hizo oír con fuerza en la manifestación de Barcelona. No quisiera, no lo he hecho nunca, entrar en el juego de cifras. Eran muchos y muchos los que no habían salido nunca a la calle para defender su legítima postura.
Las cartas están sobre la mesa y solo queda decidir si vamos al órdago a la grande o dejamos pasar la jugada a la espera de conseguir una mejor posición. Creo que desde aquella demostración de fuerza social en contra de las cargas policiales del 1-O que vimos el día de la huelga han venido sucediéndose tantas cosas aquí y allí que deberían cuando menos crear una duda razonable entre los partidarios de la DUI a la hora de empecinarse en abundar en su empeño. Ya dije que el viernes no era un viernes cualquiera. Pero esta domingo, tampoco lo fue a tenor de la también demostración de fuerza social de la otra parte contratante.
Que nadie piense que la fractura social puede desembocar en un quebranto de la convivencia en Catalunya, salvo los energúmenos de ambos lados de la manifestación. El pueblo catalán que engloba al “un sol poble” del señor Puigdemont y al “un sol poble” de la mani de ayer sabe que la única vía de progreso es mantener la convivencia que hasta hoy se ha mantenido como denominador común de nuestras conductas.
Dicho esto creo que hay dos únicas salidas posibles…va de adivinos…un discurso del President capitalizando la fuerza social del si, pero dejando la puerta abierta a que sea el próximo Parlament surgido de unas elecciones inmediatas en el tiempo quien decida proclamar la independencia de forma unilateral. Con ello no está renunciando a nada y puede mantener una presión social que le permita ir conquistando voluntades del otro lado.
La otra solución es cortar por lo sano, hacer caso omiso de las voces autorizadas que le piden una mayor prudencia. Dejarse quererlo por los 10 diputados de la CUP y por la voluntad rupturista (legítima en cualquier caso) de las dos entidades Òmnium y ANC y proclamar la DUI. Esta última acarrearía la inmediata suspensión vía artículo 155 de la Autonomía de Catalunya cuyas autoridades serían sustituidas por las del Estado (octubre del 34) y mantener una presión social bajo el lema de “la calle es nuestra” que no se sabe donde puede desembocar. Vamos a ver si este lunes de teléfonos al rojo y lo que queda del martes pre-Parlament permiten decantar la balanza hacia una u otra solución. Solo se que no se nada y no parafraseo a Sócrates, si no que es mi realidad inmediata.