Se esperaba el otro discurso, el del President Puigdemont contestando al del Rey Felipe VI de anoche. Antes por si acaso me he dejado influir con total alevosía por Iñaki Gabilondo, que con su mesura nos ilustra a muchos para llegar a entender la situación (complicada y más que se pondrá).
El señor Puigdemont ha hecho un discurso impecable en la forma. Impecable en el contenido (si se circunscribe al colectivo social de los independentistas). Con un guiño efectista (en castellano) a los no independentistas. Todo para darnos lecciones a todos de voluntad de diálogo y con ganas de resolver políticamente un problema que no tiene soluciones políticas a corto alcance.
Le ha faltado la suficiente humildad para reconocer que los independentistas no son todo el pueblo de Catalunya. Hay un sector social tan importante como el que usted representa que no está por la labor de salir de España. No hay un “sol poble” en Catalunya…hay muchos pobles señor Puigdemont. Reconozco que “som un sol poble” a la hora de convivir hasta ahora. Pero no se lo garantizo mañana. Porque nos ha llevado (condicionado por la CUP) a una situación de fractura social que pone en peligro real una convivencia que ha sido denominador común de esta tierra.
Mientras con una sonrisa, que denotaba una falta de sinceridad manifiesta, invitaba a las instituciones del Estado a dialogar con alguna mediación posible. Con la seriedad que le da la convicción en lo que está haciendo nos anunciaba que proclamará en breve (todo parece que será el lunes) la República Catalana independiente con usted y la CUP al frente.
Lo siento pero no le creo, sobre todo cuando invita a la mediación y el diálogo. Le falta a su discurso los diez diputados de la CUP (sin ellos sabe que cualquier propuesta está condenada al fracaso). No le creo porque no tiene ninguna intención de partir de cero o de igual a igual en cualquier mediación, ahora que es capaz de llenarse de “un sol poble” olvidándose de la otra parte de ese “poble”. Si le creo cuando dice que aplicará por “mandato del Parlament” los resultados del “referéndum”. Tampoco le creo cuando dice que garantizará los derechos de todos (eso se lo explica a la oposición, que todavía se acuerda de su tentación totalitaria o dictatorial, llámele como quiera de los días 6 y 7 de septiembre). En fin me quedo con el calificativo de “cinismo” del portavoz del PSOE a la hora de valorar su discurso.
Esperaré mañana a los señores Juliana en La Vanguardia y al señor Gabilondo, para saber hasta que punto he podido ser malicioso a la hora de interpretar su mensaje que no es precisamente urbi et orbe, por lo sesgado del público al que se ha dirigido.