Le aseguro que sigo pensando que es usted el único capaz de gestionar los destinos de la Catalunya del “después del 1-O”. Porque pensaba que era el único capaz de gestionar la Catalunya del de “antes del 1-O”. Tengo la sensación que su partido ERC está situado en una posición de partido de gobierno o lo que es lo mismo cambiar ideas por posibilidades reales de administrar este batiburrillo en que hemos convertido la política catalana en estos últimos años. Ya sea por la vía de una situación más cómoda que la de hoy y después de unas elecciones autonómicas una vez zanjado el episodio del referéndum y con la vuelta a la normalidad “constitucional” (usted y todos los ciudadanos de Catalunya sabemos que no es así). O ya sea pasado mañana tras la instauración de una República catalana en base a unos resultados (con una mínima legitimidad) de esa consulta convulsionada por las circunstancias (algunas inolvidables para este pueblo “léase la actuación policial”) en las que se desarrolló. De todas maneras no le será fácil afrontar un futuro con una sociedad fracturada y por lo tanto desconfiada entre las partes. Los dos sabemos que Catalunya es un país de convivencia pacífica, lejos de lo que piensan muchos fuera de nuestros límites territoriales. La imagen de la vulneración de algunos derechos que tratan de vender desde los medios afines a lo que es la caverna mediática es absolutamente falsa. Antes del 1-O podía contar con esa virtud de su y mi Catalunya, que es la misma. Ahora no. Unos nos miramos de soslayo a otros y las discusiones en los bares y tabernas han aumentado de decibelios y de vehemencia defendiendo posturas que hasta ayer no pasaban de un debate sin más.
Pero con todo sigo creyendo que su condición de historiador transportado a la política le permite ver el futuro desde la perspectiva histórica, cosa que a los demás políticos les puede la inmediatez. Le reconozco su ingenio para vencer por vías torticieras, pero legítimas los impedimentos (no livianos) del Estado para acabar con el referéndum y haber logrado traer a Catalunya papeletas y urnas aunque sean made in china (hay tanto que una cosa más no se nota).
Todas estas lisonjas no están exentas de una crítica que invalida cualquiera de ellas (aún reconociéndolas). No estoy dispuesto a vivir en un Estado represor como el que se mostró sin disimulo el 1-O. Pero tampoco en su República Estalinista del 6 y el 7 de septiembre. Donde se cercenaron todos los derechos ciudadanos a discrepar en la institución correspondiente que era el Parlament y se impuso por la vía de la dictadura más burda la ley más importante que ha aprobado (con nocturnidad y alevosía) la Cámara catalana en estos sus 37 años de existencia. Se que los sentimientos y la fe de un pueblo agredido físicamente está dispuesto a perdonar ese pecado “venial” de autoritarismo de usted, los diputados de Junts pel Si y sus socios los diputados de la CUP. De venial nada, señor Junqueras. Son tintes dictatoriales que asustan a los que vivimos de cerca la dictadura del general Franco. Y a lo mejor ustedes piensan que como dice Serrat “la mejor manera de vencer una tentación es caer en ella”. Y cuando se gobierna siempre existe la tendencia natural a pensar que se tiene la “verdad absoluta” frente a los que discrepan. No me fío. A pesar que sigo pensando que es usted la mejor solución.
Tampoco quiero vivir en un país que estigmatiza y demoniza hasta llamarles “fascistas” a personas que han demostrado su compromiso con el país, por el hecho de discrepar…si señor Junqueras me estoy refiriendo al señor Serrat o Joan Marcet y otros que han sufrido la persecución de “sus simpatizantes pseudofascistas” que como las meigas “habelos, hailos”.
Vienen días complicados para todos los ciudadanos de esta Catalunya del post 1-O. Espero que se imponga la cordura frente a la insensatez y que ustedes que tienen la responsabilidad de administrar el tiempo y los hechos piensen en cómo van a resolver la fractura de convivencia que hoy vivimos en esta sociedad.