Le conocí personalmente allá por los tardíos meses de 1984 cuando usted era presidente de la Diputación de Pontevedra. Le perdí la pista personal cuando dejó Galicia en las elecciones generales de 1985 (se fue de diputado al Congreso), le recuperé cuando llegó de vicepresidente del la Xunta después de la crisis de Barreiro y así hasta nuestros días. Siempre le consideré una persona cabal de sólida educación y formación jurídica. Es más, le he defendido frente a sus detractores incluso a costa de “enfrentamientos dialécticos” con amigos y conocidos. Esa forma de hacer política a la gallega me parecía una fórmula que le ha producido sus réditos, porque pese a perder en 2004 y 2008 logró alzarse con la cómoda mayoría absoluta del 2011 en una España esperanzada. Luego la evidente pérdida de credibilidad vía episodios de corrupción en su partido y la aparición de Podemos le sitúa en una minoría y logra superarla. Después del intento del señor Sánchez de desbancarlos de la Moncloa y con los suyos (bueno los Aznar boys) esperando su fracaso electoral remonta el crítico momento y ahí está en su despacho de Presidente oteando un horizonte extraño y quizás poco previsible ante la amenaza de separación “usted diría sedición” del Govern de Catalunya. Yo se que no había, hay, ni habrá una solución política a esta profunda división social entre España y una parte muy importante de los catalanes. La crisis pre-referéndum donde ustedes hábilmente desvían la atención hacia los Tribunales de justicia vía El Constitucional y anuncian urbi et orbe que no habrá votación parece que cala en la población española y la parte de “su” Cataluña (con ñ). Después de la actuación totalitaria de las fuerzas dominantes en Catalunya (aprobación alevosa y estalinista de la Llei de la Transitorietat)., creí que ante la amenaza del propio Tribunal Superior de Justicia de Catalunya el Govern decidiría suspender “su” referéndum y mantener el pulso del procés en las calles. Me equivoqué yo y usted seguramente también. Y llegamos al 1-O con las cartas marcadas por unos y otros. Lo único de verdad en todo esto fueron los miles de personas que ante la propaganda de uno u otro lado, salió a la calle con el fin de votar y expresar un sentimiento libremente, aunque con el miedo en el cuerpo del por si acaso.
Lo fácil que hubiera sido dejar transcurrir la jornada con la pasividad de los Mossos (acaso esperaba otra actitud). Ya se encargará de eso la Magistrada. Haber utilizado a las Fuerzas de Seguridad del Estado como meros observadores de la realidad y apuntando en un cuaderno la identidad de los que infringían la ley…Y en cambio deciden ustedes someter a una tensión innecesaria a los policías y guardias civiles. Y los enfrentan a un pueblo en que en una más que lógica pasiva provocación lo único que trata es de votar. Por qué no? Ya sabemos que es ilegal, ya sabemos que carece de credibilidad democrática, ya han pinchado las redes informáticas…y un largo etc. Era necesario esa violencia desmesurada…ese menosprecio a esos miles de catalanes. Hay una imagen señor Rajoy que traspasa mi capacidad de creer en la condición humana. Se da en Sabadell donde unos policías sacan a empujones y desplazamientos violentos a un grupo de personas del colegio electoral…y casi al final del vídeo, que han visto hasta en Malí, un policía sin venir a cuento de forma absolutamente gratuita y a modo de mofa violenta le da una patada a una persona sentada en el suelo. De verdad era necesario llegar hasta ese punto de menosprecio a un pueblo. No, señor Rajoy.
No entiendo que usted y sus asesores no fueran capaces de prever las consecuencias de esta violencia gratuita. Quiero pensar que le informaron del rédito electoral en el resto del Estado de esta forma de actuar. Aunque ni eso lo puede justificar. Pero también le deberían haber dicho que así se perdía Catalunya, incluso su Cataluña con (ñ). Entre los agredidos hay familiares de muchos ciudadanos que creen “con España mejor” y que ahora piensan que hay que decirles a ustedes un “adiós” apresurado. Fíjese hasta que punto se ha equivocado (en política los errores se pagan tarde o temprano), que aquello que quería evitar “la fragmentación de España a toda costa” la ha logrado en tan solo 24 horas de errores continuados. Una lástima.