Hace algo más de cinco años, el 11 de septiembre de 2012. Un importante sector de la población catalana (no me hagan decir cuántos éramos), en cualquier caso muy significativo y digno de tener en cuenta a la hora de reflexionar sobre el futuro de esa unidad territorial (cosa que algunos partidos centralistas fueron incapaz de ver) se manifestaron de forma sencilla, sin “tumultos” con toda intención de ser una gran festividad hacia la independencia. Si mi mal ojo no me hace equivocarme, eran casi los mismos que en otro día normal allá por principios del 2004 se manifestaron ante el intento egocéntrico del señor Aznar de entrar en la posteridad por la vía de la guerra de Irak. Digo esto porque las dos manifestaciones tenían un denominador común. Era una parte importante del pueblo catalán que vive y trabaja y disfruta sin mayor objetivo que seguir viviendo, trabajando y disfrutando.
Ese día se puso en marcha el reloj hacia la independencia…marcando los segundos, los minutos, las horas, los días, las semanas, los meses y los años que necesitáramos para convencer a otros amplios sectores del pueblo catalán que seguían instalados en “con España, mejor”. Así lo vio el propio President Mas, que se puso al frente de las consecuencias políticas de la manifestación (se acuerdan ustedes?).
Elecciones pensando en la mayoría absoluta y decepción (por qué narices no dejaron a mi reloj que siguiera marcando su tiempo?). 62 diputados del sector independentistas moderado, 10 de la CUP del sector radical “vámonos ya”. Y el resto en minoría pensando que su reloj seguiría el ritmo del 11-S-2012. El 9-N como solución para pisar el acelerador y nuevo frenazo a “las prisas” de los del “vámonos ya”. Primero los 10 hacen caer del burro al señor Mas (que inmenso error acabar con una parte del liderazgo del proceso). LLega lo de la familia Pujol y a partir del aquí, adiós CDC, bienvenido PdCat y otras lindezas que hacen que mi reloj (si, el que había avanzado el 12-S-2012) altere sus constantes y empiece a correr como si hubiéramos que llegar primeros, cuando lo importante era llegar. El “procés” si o si. Los del PdCat siguen subidos en el “machito” del govern y lo que cuelga de él gracias al apoyo “condicionado a la velocidad del procés” de la CUP y la historia de este divorcio que podía ser perfectamente pactado y “quedar como amigos” y la “custodia compartida” se convierte en un “ahí te quedas” que acaba en los juzgados…
Hoy día 28 de septiembre de 2017 tal y como están las cosas he tenido que llevar mi reloj a arreglar y no se si tendrán tiempo de hacerlo antes del 1 de octubre. Lo siento de verdad pero no cuenten conmigo, 10 diputados de 135 no pueden condicionar el tiempo que venía marcando mi reloj. No tengo reloj para saber cuando volveré al 11-S-2012. Solo espero que el 2 de octubre de 2017 no me lo devuelvan con un papelito que diga “no tiene arreglo” y mi reloj no sea capaz de medir el tiempo que necesitaremos para volver a convencer a aquellos del “con España mejor” (también tienen derecho a hablar y tratar de convencernos a nosotros de que su postura es más razonable que la nuestra). O es que por discrepar ya somos “los discrepadores” unos anatemas que merecemos el infierno que los intransigentes se están encargando de diseñar tras los adoctrinamientos de quienes habían pretendido ser los guardianes de las esencias del catalanismo intelectual y político y lo único que hacen es quemar los libros de su particular “índice”, por cierto donde ya han inscrito a las novelas del Joan Marcé, Eduardo Mendoza o el propio Joan Manuel Serrat. A qué me recuerda eso?