Las luchas por el poder suelen terminar con las carreras políticas de los perdedores. Casi con seguridad será la realidad a la que tendrá que adaptarse Mariano Rajoy después de la posible investidura de Pedro Sánchez como próximo presidente del gobierno de España.
Rajoy perdió sus elecciones y ahora ha perdido la fe de sus correligionarios. Ha permitido que Sánchez tomara la iniciativa y su final está al caer. Pasará a los anales de la historia inmediata como el presidente que perdió en primera instancia. Seguramente a medio plazo alguien recordará que con su sacrificio personal sacó a España de la crisis en la que nos habían sumido el señor Aznar y la impericia de Zapatero.
La derecha ya está situada en la era post Rajoy. Y lo hace desde dos perspectivas distintas. La primera desde la ideológica. Que no es otra que saber cuál de las dos corrientes de la derecha impondrá su poder dentro del PP. La extrema derecha de Aznar y Aguirre (Rouco dixit). O la liberal de los nuevos ideólogos del partido, Feijoo y compañía.
La segunda es desde la posición lógica, a la europea. Una derecha civilizada que camine al encuentro de Ciudadanos. Y una extrema derecha que entronque con los movimientos xenófobos de moda en media Europa. Calcular el potencia de unos u otros será una tarea para los politólogos del medio plazo.
Si estas elecciones han puesto de manifiesto la existencia de dos izquierdas, socialdemocracia y “radical, pero menos” . Por qué no los acontecimientos pueden poner de manifiesto la existencia de dos derechas.
Situado el tablero empieza la partida dentro del PP. Los elementos básicos que determinarán la construcción de esas nuevas derechas serán por este orden: Erradicar la palabra corrupción de su diccionario. Eso es expulsión de todos los corruptos o que lo parezcan. Búsqueda incesante de nuevos rostros en la política. Recuperación de la credibilidad de los sectores económicos que los apoyan y revisión de los métodos de incorporación a la nueva derecha liberal.
Los de la extrema derecha lo tienen claro. Fundamentos ideológicos y la figura de Aznar como banderín de enganche de aquellos que han tocado poder y quieren volver a tocarlo. Y también para aquellos cuya ideología se circunscribe a tocar ese poder.
Los fundamentos ideológicos son todos los que se basan en la lucha contra “el enemigo invasor”. Pobres refugiados.
Un denominador común a esas dos derechas + una. La sacrosanta unidad territorial. Caballo de batalla contra una izquierda en el gobierno que tiene dos talones de Aquiles. Los soberanismos a los que nunca dará respuesta una federalización del Estado, ni una política socialmente correcta de los “radicales pero menos, que ahora somos gobierno”. Ni la versión más ligth de la economía a lo socialdemócrata. Que es lo máximo a lo que te peremitirá llegar la señora Merkel.
A todo esto hay que ponerle nombres y apellidos de fuera del PP o que hasta hoy hayan estado escondidos. Los de ahora no sirven.