¿ES POSIBLE MÁS ESTUPIDEZ?

No tengo respuesta a la pregunta que se plantea en el título de esta reflexión. Porque a una de gran tamaño le sigue otra que la supera.

La decisión de la presunta Comisión Antiviolencia reunida en Madrid con estamentos de la Administración Pública de esta país para decidir si se solicitaba una sanción a las entidades implicadas en la Final de la Copa de Su Majestad el Rey de 2015 en el Nou Camp tras la pitada de las aficiones del Barça y el Atletic Club de Bilbao al himno de España. La decisión de proponer sanciones a todo quisque supera con creces el grado de estupidez admisible en estamentos expuestos a decisiones polémicas.

Si lo que se pretende con esa decisión es  impedir este tipo de actos. La equivocación es mayúscula. Si lo que se pretende es crear un precedente, el error supera la comprensión de cualquier ciudadano por pocas que sean sus luces. Si lo que se pretende es incrementar el sentimiento de los ciudadanos de Catalunya y el País Vasco hacia la independencia, el objetivo está conseguido.

Cualquier razón política que se esconda tras esa decisión, estúpida por otra parte, es un error grave de la pleyade de políticos y periodistas que todavía creen en “una grande y libre”. Porque ni es una, ni es grande y si me apuran gracias a estos personajes de la política estrecha de mirarse el ombligo, es libre.

Con esta propuesta de sanción al Barça y  al Atletic han conseguido nuevos adeptos para el proceso de secesión de las dos comunidades, que en el caso de Catalunya se había desinflado bastante después de los errores de los políticos autóctonos tras la consulta del pasado Noviembre.

La libertad de expresión de los ciudadanos es sagrada. Es un principio que los señores de esa comisión deben entender. Su límite deben ser las leyes y que yo sepa silbar el himno español no está por el momento penado. Otro tipo de invitaciones a la violencia, como son símbolos de un pasado violento si sopn sancionables por ley. En muchos campos de esta España del futbol se ven banderas con esvásticas y preconstitucionales y todavía es la hora en que esa Comisión de ilustres políticos de pandereta tienen que reunirse para sancionar, no al club, sino a los portadores de las mismas.  Insisto, símbolos de un pasado donde la violencia era común al régimen.

Dicho esto, uno pensaba que no se podía llegar más lejos en la estupidez política, pero veo que cada día hay alguien que se encarga de superarla.

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