Catalunya vista desde la lejanía, por ejemplo sentados en una terraza de la Plaza del Torico en Teruel, paseando por la Gran Vía madrileña o en cualquier rincón del barrio de Santa Cruz en Sevilla tiene una imagen de sociedad de movilidad conflictiva en el resto de España. Cualquier iniciativa política de Catalunya es vista con peligro por algunos sectores sociales que diseccionan al milímetro las consecuencias que pueda tener en el devenir.
Viene a cuento por lo que ha desencadenado la propuesta del Parlament de Catalunyas sobre el Pacto Fiscal, con las reticencias de socialistas catalanes y la negativa frontal del PP catalán, seguramente por aquello de respetar a los mayores (PSOE y PP). Los medios de comunicación con cierto sabor a altavoces de la derecha, e incluso de algún sector de la socialdemocracia han puesto el grito en el cielo y otros envalentonados por la crisis de liquidez del Govern de Artur Más han venido a decir que “mucho independentismo fiscal, pero a la hora de la verdad a pedir al papá Estado”.
Más allá de esa anécdota, transcendente según el cristal por donde se mira. Me gustaría desde esta columna en un medio de comunicación aragonés con pedigrí de respeto por todas las opiniones. Sugerirles que echen un vistazo a este asunto desde la óptica de muchos de los familiares que los turolenses tenemos en Catalunya. Pregúntenles al respecto sobre el fondo de la cuestión. Les aseguro que más de uno se iba a llevar una sorpresa de cómo piensan españoles de pura cepa con residencia en Catalunya que en ningún momento han renunciado a sus orígenes, pero que han echado raíces y se han integrado de pleno en la sociedad catalana.
Hará unos cinco años una encuesta del CIS catalán establecía que un 28% de los ciudadanos residentes en Catalunya votarían a favor de la independencia. Normal en un país con un fuerte sentimiento nacionalista pero que tiene un encaje positivo en España. Ahora en el epicentro de la crisis, la última encuesta de ese instituto arroja ya un 51,8% de votos por la independencia. ¿Es normal esta evolución de la voluntad ciudadana? Pues si. Tal y como se han desarrollado las muchas actuaciones políticas y sus consecuencia económicas. Hoy a diez de agosto de 2012, ciudadanos de cuna española residentes en Catalunya estaríamos dispuestos a buscar una solución de vida política y económica fuera del amparo de esa España de algunos medios que no nos representa. Amigos ojo al dato.