Esta es la historia (ficción) de un niño que el 25 de septiembre de 2011 cumplió cuatro años (fecha de cierre de la Plaza de Toros Monumental de Barcelona). Vecino de dicha plaza. Preguntó a su padre por la aglomeración de esa tarde a las puertas de la Monumental. El padre, militante antitaurino le respondió “hijo, gracias personas como nosotros, es la última vez que ves tanta gente ahí. Se han acabado los toros en Catalunya”. El chico no entendió nada de la respuesta entre otras cosas porque nunca había visto un toro bravo, ni siquiera por televisión, por aquello del peligro de contaminarse con otra cultura que no fuera la del padre…
Pasados cuatro años, el verano del 2015, la familia de este chico, que ya nunca más volvió a ver una aglomeración frente a la Monumental, donde ya se había instalado un centro comercial al uso. Local que conocía a la perfección porque era allí donde estaban los últimos modelos de maquinitas de todo tipo…La familia fue de viaje hasta Extremadura, por aquello de la cultura que atesora esta comunidad. Allí pudo ver los cerdos libres por las dehesas. Conocía el cerdo ibérico, el blanco y el jabalí, fruto de los dibujos en Clan TV y las maquinistas de matar cerditos a las que su padre le había aficionado para que le dejara tranquilo en su merecido descanso después del trabajo…
En estas que por el cristal, mientras recorría el entorno de Coria, ve con sorpresa una serie de animales, negros, colorados, pintados, burracos. Todos enormes, de grandes cuernos y que se asemejan a las vacas que hay en la Cerdanya y a los bueyes del “rodeo” americano (donde el animal no sufre nada, según su padre) que echan por la tele.
La reacción no se hace esperar “papá mira una vaca grande”. El padre para el coche y le dice “no hijo es un toro”, “y qué es un toro” inquiere. La respuesta “un animal noble que antes en Catalunya los mataban, pero que ahora ya no, gracias a personas como nosotros, hijo”. El niño responde “Ah, pero allí no hay, verdad?. Yo en el Zo no los he visto”.
Esta historia refleja hasta donde son capaces de llegar los antitaurinos para imponer su criterio y cercenar de un golpe, con la complicidad de algunos políticos, mi libertad de ir o no a los toros y dejar que muchos niños catalanes (del sur claro) que nazcan después de este 25 de septiembre vean un toro bravo. Es normal no forma parte de la maquinita de turno…