¡UFF!

Respiro de tranquilidad el de don Mariano Rajoy en el momento en que Paco Camps, ya ex presidente de la Generalitat valenciana, le anunció su voluntad de dimitir del gobierno autonómico.

Con ese as en el bolsillo, don Mariano va hacia las elecciones de finales de noviembre con afán renovado para intentar ganar la Moncloa sin piedras en los bolsillos que impidan su avance.

Lo triste se queda atrás y don Mariano es poco proclive a los retrovisores comprometidos. Este especialmente, no hay que olvidar que, Camps, bajo su manto protector le resolvió el problema Zaplana y los suyos. Apaciguó en su día el tema Fabra en Castellón. Apechugó con más o menos suerte la “influencia” Correa y el señor “bigotes”, aunque ahora le haya salpicado. Camps de propina le gana unas elecciones con mayoría absoluta en medio de la vorágine Gurtel y eso pesa mucho. Y todavía tenemos en el recuerdo como en el Congreso de Valencia le salvó la silla a don Mariano. Son activos que hoy están en el fondo de un saco roto.

Las incógnitas sobre los verdaderos entresijos de la “parcela” corrupta en la administración valenciana  podrán o no ponerse al descubierto con el juicio de los imputados. Los que se han declarado culpables son ya cadáveres políticos y de esos de ya “no me acuerdo”. El señor Camps, no. Primero porque se va para defender su honorabilidad más allá de los trajes. Está en juego su palabra. Después porque a su sombra ha crecido un aparato de partido donde pesan apellidos como Costa, Fabra, Ripoll, González Pons o donde la sombra de Zaplana también puede ser alargada.

Don Mariano, después de respirar profundamente y de forma acompasada por el adiós de Camps deberá acometer una reforma allá donde tiene ahora una de sus más importantes bolsas de voto de cara a esas elecciones que debe ganar y que solo él puede perder.

Entender la idiosincrasia mediterránea, mezclada con ese carácter de la “horta” es especialmente necesario a la hora de recomponer el entramado valenciano de su partido. Tiene la ventaja que en los grandes partidos las adhesiones locales nunca han sido inquebrantables, sino que son más bien al que manda en el momento preciso. Por ahí nos salvamos. Valencia no es Asturias don Mariano. Pero no le van a sobrar razones para meterlos en cintura estos meses que le quedan antes de las urnas. Trabajo no le falta este verano en la Lanzada.

Comments are closed.