Ni soy, ni lo seré seguidor de los programas de “destripar personas” para gusto de una parte de nuestra sociedad. En esos programas hay personas a las que aprecio, por su valor humano y por su profesionalidad, Chelo García Cortés por ejemplo. Lamento que el “ganar dinero” le lleve a compartir plató, opiniones e informaciones con personajes de una parte de la sociedad que ni me “pone”, ni me interesa lo más mínimo. He coincidido algunas tardes de tedio y aburrimiento invernal, entre sueño y sueño y la verdad me he quedado, no por el tema, lo reconozco. Pero si por la algarabía, los gritos extemporáneos de algunos personajes y realmente porque el señor José Javier, creo que se llama así, me parece un excelente comunicador de televisión, como lo es Jesús Vázquez.
Con gran éxito, por lo que he podido leer, la señora Belén Esteban es el mayor atractivo de ese “chivarri”, seguramente por su condición de “cenicienta” abandonada por el “príncipe” que por sus méritos propios. Una compañera de profesión, Ali de Carpio dice que cada vez que la señora Esteban abre la boca muere un filólogo. Estoy plenamente de acuerdo. Mi reflexión viene a cuento por la querella de esta señora, Belén Esteban contra la revista satírica El Jueves. Esta publicación es realmente transgresora con la moral y con aquellos personajes públicos, subrayen lo de públicos, que son objeto de caricatura.
Señora Esteban, usted que está a diario o casi a diario participando de un programa de televisión donde se “destripa” a personas, también públicas. No puede moralmente “cabrearse” hasta poner una querella porque un día la “destripen” en una revista ad hoc. Porque de esa manera todos los españoles que no somos sus seguidores deberíamos querellarnos contra usted por destrozar el idioma e idiotizar a un espectro social que es facilmente idiotizable por personajes de su perfil. Deberíamos pasarle factura de los tratamientos sicológicos que tendrá que prestar la sanidad española a aquellas personas que en su día se dejaron deslumbrar por ese “vini, vidi, vinci” de Belén Esteban y que han regresado a la realidad cotidiana del euribor o del llegar a final de mes, a la oficina del paro u otros menesteres que tienen que ver con lo real.
Nadie puede dudar de que se gana el pan con su trabajo. Pero de eso a creerse una persona invulnerable después de todos los códigos éticos que usted y sus compañeros vulneran cada día hay un abismo.