CRÓNICAS MARCIANAS 71

La pradera de San Isidro a eso del 15 de mayo y con elecciones a la vista de la esquina se convierte en todo un desfile de políticos con o sin disfraz de “chulapos/as” para que los vean y los saquen en el telediario. Lo que debían ser unas elecciones de carácter local y autonómico se van convirtiendo en unas primarias (según para quien) y en un plebiscito político para el inquilino de la Moncloa que brilla, hoy, más que el sol. Aurea de europeísmo (sabe inglés) amigo del tío Sam (Casa Blanca de par en par) y connivencia con el dinero del Ibex 35 (pacto salarial de los agentes sociales) todo ello y el Boletín Oficial en sus manos para repartir los “fondos” europeos le dan una ventaja casi insalvable para una oposición donde la “esperanza blanca” empieza a agrisarse y siembra las dudas “razonables” en algunos sectores más cercanos a la nostalgia “aznariana” que a un futuro de la IA…

Con este panorama no es extraño que Évole lance urbi et orbe aquello de “Sánchez o Ayuso”; que los medios, moderados y extremos, afines a la derecha de esta país se cuestionen la figura de Feijoo como valor seguro para vencer a Sánchez; que el dinero se sitúe en un “marquesado de entre ambas aguas”, sin acabar de decidir si acaba con Sánchez o le mantiene en ese limbo de la dependencia de los antisistema (léase lo que queda del espíritu del 15 M) e “independentistas” del norte, para frenar cambios en el sistema de “capitalismo social” que tenemos en Europa y dejar la puerta abierta a las conquistas sociales para justificar el “progresismo”. La variable “listas de Bildu” puede crear, a día de hoy, un relato contraproducente en una campaña (la del presidente) plácida y un tanto aburrida (como conviene al PSOE) Tanto ha despertado la indignación entre los propios “barones” socialistas” que hasta Otegui se ha visto obligado a rectificar a la velocidad del rayo y “renegar” de lo que en el propio Euskadi (leer declaraciones de Urkullu) se considera una afrenta a la voluntad de convivencia que traspira el espíritu “Maixabel”. Tanta camaradería parlamentaria con la izquierda abertzale escama hasta el propio PNV…al tiempo.

Por otro lado, el sector “visceral” de una derecha con muchas prisas en cambiar, no se fía de Feijoo. Le achacan la falta de “punch” con respecto al PSOE. No entiende que este líder tiene más tendencia a la maratón que a los cien metros y que su política vas más allá de un ko en el primer asalto. Cuatro legislaturas con mayoría absoluta no son suficiente aval para la necesidad imperiosa de quitarse a Sánchez de la Moncloa…siguen sin entender que significa “a modiño”.

Mientras, la baronesa de Chamberí, a lo suyo. Respetó (a regañadientes, me da a mí) la elección de Feijoo como contrincante de Sánchez hasta el primer “guantazo” del presidente. A partir de ahí se ha dedicado (de forma unilateral, con el consejo de MAR) a repartir estopa política a Sánchez lo que la ha convertido en la “juana de arco” de los nostálgicos de las mayorías absolutas de Aznar o Rajoy. Su presumible victoria el 28 de mayo le está dando alas para lanzarse al ruedo ibérico y situarse en la “reserva espiritual” por si fallan los resultados en comunidades y ciudades emblemáticas (léase Valencia, comunidad y ciudad. Baleares o Madrid, Zaragoza, etc) Un cambio que a julio del 22 parecía una entelequia y que el 29 de mayo del 23 puede ser una realidad a corto plazo.

Lo de la izquierda tiene otro cantar y no el del Mío Cid, sino la lucha fraticida entre iguales para demostrar que no son iguales. Todo se centra en controlar el poder de Yolanda Díaz desde el “politburó Iglesias”. Para una “su” reforma laboral supone un pasaporte al éxito y para las “otras” el fracaso de el “si es si” es un lastre demasiado pesado. Aunque la marca tiene, a su juicio, el efecto equilibrador…el acuerdo es seguro, pero puede llegar tarde para sumar todo lo sumable.

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