CRÓNICAS MARCIANAS 56

PEDRO “GROUCHO” SÁNCHEZ

“Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros” dijo en su día Groucho Marx en una frase que se ha convertido en icónica a la hora de definir un cambio de opinión por “imperativo numérico” en política.

Pedro Sánchez entraba en el Consejo de Ministros con la intención de prorrogar el estado de alarma de este país hasta el 27 de junio (aunque siempre pensó en el 5 de julio) y los gurús de Moncloa se han apresurado a filtrarlo a TVE. Objetivo forzar la negociación con ERC, con Ciudadanos de Arrimadas y los Puigdemont boys. A las tres en punto este era el panorama cuando Ana Blanco ha iniciado el Telediario de la 1. A las tres y veinte se anuncia en el TD1 que la prórroga del estado de alarma es de 15 días y que tiene el voto afirmativo de Ciudadanos. Don Pedro hace de Groucho y aquí no pasa nada.

Pues si. Cuando se gobierna con geometría variable las victorias a corto plazo (mañana) pueden tener consecuencias a medio y largo plazo. Especialmente cuando se parte de un gobierno que se autoproclama “progresista” en base a fundamentos ideológicos de una izquierda populista y sin embargo se tiene que salvar la situación por la vía de una parte de la derecha españolista y la derecha soberanista de Euskadi (que sigue manteniendo la coherencia en sus premisas de pactar con el mejor postor) Hoy (mañana) si no cambian las cosas a última hora, se han quedado fuera de este pacto algunos de los partidos que posibilitaron la moción de censura contra Rajoy y la investidura de Sánchez. Todos sabemos quienes, especialmente los independentistas de Catalunya, Euskadi y Galicia.

La “pandemia” no se acaba mañana en el Congreso. Tiene un largo recorrido donde habrá que recurrir a medidas traumáticas en materia económica que necesitarán más geometría variable para su aprobación. Es ahí donde se pondrán de manifiesto los parámetros ideológicos que sustentan a cada uno de los grupos políticos. ¿El PSOE (gobierno) y Podemos (gobierno) podrán en manos de Ciudadanos (derecha españolista) o PNV (derecha soberanista) decisiones de política económica de un marcado neoliberalismo (aunque sea controlado)? Esa es una de las cuestiones que deberán responderse en unos meses. ¿Cuál será el coste electoral para Podemos sustentar esas medidas neoliberales? ¿Cuál será el coste electoral para Ciudadanos caso de ser apartada de un pacto económico de sesgo populista, después de haber apoyado a Sánchez en su autocracia? ¿Mantendrá el PNV su apoyo a esas medidas del bloque de izquierdas? Solo lo hará si las compensaciones en materia de avances económicos para Euskadi (competencias y el cupo) son muy favorables.

En materia económica las incógnitas no dejan de tener la misma profundidad que las preguntas en el espectro político. ¿Cabe una solución populista y con un cambio en el equilibrio “público-privado” de nuestra economía? ¿Lo permitirá la oligarquía del dinero? ¿Cuál será el modelo económico elegido para combatir la situación de una ciudadanía empobrecida por la crisis y con más de 4 millones de parados, como prevén los expertos? ¿Cómo reaccionarán sectores básicos en nuestra economía (turismo por ejemplo) después de una temporada perdida? ¿Qué tejido empresarial quedará después de disminuir las ayudas públicas?

Para todas estas cuestiones no hay geometría variable.

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