AUTOCRACIA
La autocracia en la que se ha instalado el presidente Sánchez, asumiendo lo bueno y lo malo de lucha sanitaria, primero, y después la económica para salir de dónde partimos desde aquel 14 de marzo. A corto plazo es una decisión lógica de quien tiene la máxima responsabilidad en un estadio de crisis. El efecto positivo de ese “dejadme solo” tan taurino, se acaba cuando el sacrificio de la sociedad comienza a pesar en el ánimo de los ciudadanos. A partir de ahí hay que contar con todos los elementos necesarios para repartir responsabilidades, pero sobre todo contrastar ideas con quienes también tienen parte en la aplicación de las medidas.
43 días de Estado de Alarma. Siete reuniones de presidentes autonómicos (con visiones, interesadas, diferentes y algunos con el concepto de estado estropeado) y una oposición cada vez más beligerante ante esa “autocracia” o “síndrome de la Moncloa” (elijan la semántica) hace muy difícil mantener una actitud autocrática con garantías de éxito. Los ciudadanos piden una unión eficaz de sus políticos y agentes sociales (90%, según encuestas) pero con resultados tangibles, que en este caso no se han cumplido (no vale enumerar la cantidad de errores, ya no tan comprensibles, que se han cometido) Solo las muertes, especialmente en las residencias de ancianos, y la cantidad de contagios entre los profesionales por la falta de material de prevención determinan el cúmulo de errores. En cualquier caso no es justificable. Los responsables deben dar cuentas a todos los españoles, incluidos catalanes y vascos. Hay errores de gestión tan graves que habrá que poner sobre la mesa o en la justicia.
La segunda parte de esa autocracia es pretender dirigir las medidas para la salida de la crisis económica que se avecina dispersando la responsabilidad que le corresponde al liderazgo natural de este país entre el Congreso, las autonomías, los ayuntamientos, las aldeas, las pedanías, los agentes sociales y comisiones de expertos en economía estructural y coyuntural…y si me apuran un largo etcétera que disimule el problema real que tiene el espectro político de este país. La falta de liderazgo de los actores principales es la causa, a día de hoy, de la escasez de credibilidad entre los ciudadanos en que sean capaces de conducir este proceso. Las continuas improvisaciones, unidas al clima político y las disensiones entre cuál es el sistema económico idóneo para salir de la crisis han hecho mella en esa parte de credibilidad general que un proceso de esta magnitud necesita.
Hoy no sabemos qué Sánchez tenemos…aquel que negaba cualquier posibilidad de pactar con Podemos, no hace mucho, aunque en política un año son mil días, pero las hemerotecas existen. O este Sánchez presidente que se pliega a exigencias ideológicas de Podemos sabiendo que a la corta las tendrá que poner otra vez en cuarentena por si tienen un virus económico. Pablo Iglesias que por alguna participación en la pomada del poder ha renunciado (como es lógico) a los principios del 15 de mayo. Como el bueno de Grouxo “estos son mis principios pero si no les gustan, tengo otros”. Se acuerdan, si. Pues en un corto tiempo, para saber que fue de aquel 15M tendrán que consultar los libros, incluido el de Iglesias. En la otra parte tampoco van sobrados de esa pizca de liderazgo que necesita el centro-derecha y la derecha de este país. Rivera ya es una sola página en la historia política de este país. Arrimadas quiere devolver la cordura de un partido de centro antes de ser fagocitado por el Partido Popular. Pero carece de esa pizca de seducción que te convierte en un líder. Pablo Casado es una anécdota dentro de un partido que ha tenido políticos de primerísima fila en el contexto político de la España de la transición hasta hoy. Incluso aquel Aznar de los pactos del Majestic (podríamos incluirlo en lo del liderazgo) Pero perdió los papeles y la credibilidad en los cuatro años nefastos de la mayoría absoluta. La derecha sigue huérfana de liderazgo, igual que el PSOE (Moncloa non da lo que Salamanca non presta)
Al resto de las fuerzas políticas con buen o mal criterio les importa más el regionalismo de las decisiones que cualquier salida solidaria. Pero de todas ellas la más preparada es sin duda el PNV que ha mantenido una coherencia extraterritorial a base de fórmulas globales. Ser de derechas en Euskadi significa aplicar y exportar las tesis económicas surgidas de la universidad de Deusto (jesuitas)…que en muchas épocas (dictadura incluida) aportó ideas, medidas y personas capaces de crear tejidos industriales y sistemas de producción que hacían compatibles las cooperativas autogestionadas (Mondragón) con un capitalismo social o neoliberal en los últimos tiempos.
Saldremos, si. Pero con el heroísmo perpetuo de unos ciudadanos que a medida que son capaces de resistir se apartan cada vez más de la semántica de nuestros próceres de la política, incluyendo lo que hoy se conoce como agentes sociales.
Toca arremangarse, siempre a los mismos.