CRÓNICAS MARCIANAS 51

PACTO DE ESTADO

Leyendo y releyendo hoy (Domingo de Ramos del Año I del Coronavirus) a Fernando Ónega y Enric Juliana (porque hay que releer para extraer la esencia de esos dos “librepensadores”) Se me ocurren demasiadas cosas después de haber vivido aquellos momentos desde los interiores del poder (por aquel entonces). Hoy, no es igual a entonces. Nos enfrentamos a una crisis sanitaria desconocida en el estado del bienestar que disfrutamos. No tenemos datos fidedignos sobre las consecuencias económico-sociales de esta pandemia. Nadie se atreve a predecir si habrá un cambio de sistema económico (hacia postulados de un capitalismo social o la estatalización del sistema productivo)) o mantendremos el mismo (neoliberalismo capitalista) corrigiendo errores y vicios (no reconocer los efectos del cambio climáticos es uno) Y con esas convocamos (todos los analistas con pedigrí y los que no lo tenemos) un Pacto de Estado (a la usanza de los de la Moncloa del 77)

Entonces los líderes se llamaban: Suárez(que incluía azules, democratacristianos, liberales, socialdemócratas de derechas,) González(socialistas pre renuncia al marxismo o socialdemócratas de centro izquierda) Carrillo (Comunistas alejados de la ortodoxia de la Unión Soviética y más cercanos a las teorías de Berlingüer) Fraga(representante de un tardo franquismo) Pujol Ajuriaguerra (por la vía nacionalista)

Las circunstancias eran diferentes (sin coronavirus) La crisis se circunscribía al estado español (seguíamos fuera de la Europa Comunitaria) y al factor económico derivado de la crisis del petróleo del 73, se le unían un terrorismo de dos vías (Eta y Grapo) que golpeaba al centro neurálgico del poder militar. Un Ejercito heredero del ejercito vencedor de la Guerra Civil (franquista) y una democracia frágil, aunque sustentada en la fortaleza de voluntad interior y la exterior (Estados Unidos y Europa)

La experiencia y el rigor histórico de esos líderes. Curtidos en el tardo franquismo algunos y en la clandestinidad otros que habían apostado por la Reforma frente al Continuismo o la Ruptura. Permitió en una situación de emergencia poner al servicio del beneficio colectivo, los intereses de partido o los modelos de sociedad que cada uno de ellos representaban. En este contexto no hay que olvidar que aquel entonces, en una estructura económica diferente, las centrales sindicales CCOO y UGT tenían una influencia decisiva en el devenir de los sistemas de producción. La CEOE estaba lejos de tener el poder decisorio en la estructura económico-social que hoy tiene. De ahí su mínima influencia en el resultado de aquellos Pactos.

Hoy todo es diferente. Vivimos en un “estado del bienestar” quizás resultado de aquella coyuntura. Con una economía globalizada por la vía de las grandes absorciones o fusiones en sectores estratégicos (Banca-automovil, etc) O los grandes acuerdos comerciales entre bloques (CEE-Organización Mundial del Comercio) que han cambiado el sistema de relaciones laborales. El trabajador, incluso grandes colectivos, pacta directamente con el empresario, lejos de los parámetros acordados por los agentes sociales.

Sin la amenaza terrorista a corto plazo (lo cual ofrece un plus al bienestar) Con una clara concienciación social sobre la influencia en un futuro próximo del cambio climático. Se ha abierto un camino de consumo hacia productos de producción “natural” o de kilómetro 0.

La propia globalización de la pandemia multiplica su influencia a corto y medio plazo sobre la situación socio-económica de una sociedad al límite del miedo. Las medidas hasta ahora (con errores y con aciertos) están dando un resultado esperanzador en el tema de salud, pero a qué coste, también el sentimental (especialmente a sentimientos arraigados. Como puede ser despedir a un ser querido en sus últimos momentos; algo que nos parece extraño)

La desconfianza social es la que ha llevado al presidente del gobierno a buscar la vía de pacto de estado para dar un mensaje de esperanza a una población que 23 días después de estar confinados y con un horizonte preocupante empezaba a expresar un cierto escepticismo sobre autoridades y entorno político. Poniendo de manifiesto que aquí los sacrificios deben compartirse (globalizando también este aspecto)

Este a groso modo es el escenario, incluso la letra y la partitura. ¿Pero con qué actores? Hoy nuestros líderes políticos no son aquellos (43 años de democracia han puesto de manifiesto la bueno y lo malo del sistema) De políticos de estado hemos pasado a políticos de profesión, crecidos en la democracia, curtidos en la inmediatez y en la información y toma de decisiones a la velocidad que marcan las nuevas tecnologías. Quizás sin la perspectiva a la que te obligaba la lentitud del teléfono fijo, el telex o el fax. En ese impasse cambiaban algunas decisiones importantes.

Sin desmerecer en sus méritos (elección democrática) de estar ahí, permítanme que exprese algunas dudas (como algunos de los analistas con la experiencia de aquel entonces) sobre la generosidad intelectual de nuestros líderes (prisioneros de las encuestas y réditos electorales) Un Pacto de Estado necesita renuncias a postulados básicos en el modelo de sociedad. Atravesar algunos límites que en otros momentos de bonanza se convertirían en líneas rojas. No será fácil, pero si exigible a todos ellos. Las ideologías deben quedar sometidas al bien colectivo y a las fórmulas posibles para combatir la amenaza sobre la salud a corto plazo y sobre la economía-social a corto, medio y largo plazo que nos permita recomponer el estado del bienestar que el coronavirus lo ha hecho tambalear.

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