CRÓNICAS MARCIANAS 50

ALZAR LA VOZ

Cada día que pasa en ese conteo de “ya queda uno menos” van apareciendo voces contra los que toman decisiones y contra los que critican a los que toman decisiones. Las tertulias de los medios audiovisuales (me perdonarán, pero la osadía para opinar de lo que se desconoce aumenta de grados a medida que se incrementa la necesidad de las conversaciones telemáticas) los analistas (los sabios y los savios) en los medios de papel (y sus efectos colaterales, los on line) sean de derechas, de izquierdas, de centro liberal (o sea sin ideología, me quedo con estos) van dejando atrás los primeros días donde todo eran parabienes al “sumo sacerdote” del senedrín (Sánchez) por su puesta en escena, su voluntad de informar, su espíritu de lucha y de “dejarse la piel” como un “llanero solitario” con su fiel “indio” Fernando Simón (que bien cuenta lo que es muy difícil de contar) Para empezar la serie de novela crítica empezando por el relato de “falta de previsión” luego “llegamos tarde” y “Corea (del sur) si que sabe”  Todo con respecto al coronavirus y la salud. Ahora estamos inmersos en una nueva entrega de cuentos cortos, pero intensos, sobre el futuro de mañana mismo. Títulos como “la pandemia económica” o “pactos de la Moncloa” No quiero dejarme aquí “guerra entre agentes sociales” o “lo que no pudo el 15M lo ha conseguido del covid19” Literatura (de proximidad) que no falte (además de todos los memes con gusto o disgusto que llenan las memorias de los móviles)

Yo, que no me encuentro entre ni unos, ni otros. A veces me da por analizar desde mi “humilde” (toma presuntuoso) conocimiento (léase experiencia de la vida vivida) lo que acontece a mi alrededor que no es poco teniendo tele y ordenador. Pues miren ustedes por donde comulgo con ese último relato de actualidad en forma de novela corta “lo que no pudo el 15 M lo está consiguiendo el coronavirus”. Me explicaré. Estamos cambiando, vía real decreto, el orden de los factores que sustentan el estado del bienestar (hay que volver a estudiar los ípostulados de aquella Suecia de 1932, desde donde parte todo) La socialdemocracia española rompió con el marxismo, a mi modo de entender, desde el congreso del PSOE, Suresnes 1974. De esta manera se alineaba con la socialdemocracia dominante de Willy Brant y su concepto de que la columna vertebral de la economía en Europa era la empresa privada y que lo público contribuía a dinamizar una buena parte de esa economía para conseguir un equilibrio social. Abandonando el concepto de “papá Estado” del comunismo octogenario que se denotó un fracaso. Consecuencia (quizás) de haber prostituido la filosofía hegueliana. Incluso las teorías de Marx y Engels. Aunque como estamos viendo han pasado a un capitalismo radical, sin atravesar el desierto de un capitalismo social a la europea.

En nuestro sistema (imperfecto) el equilibrio entre la justicia social y las injusticias sociales nos había llevado a ese “sentimiento” de bienestar donde cada vez hay más ricos, pero también menos pobres (aunque las diferencias vayan ensanchándose) Cambiar el orden de estos factores exige un nivel de concienciación de la sociedad, que hoy por hoy no existe. Y la crisis (amparándose en la épica) sanitaria no es el mejor escenario. La protección social (por imposición estatal) al más débil (en este caso los trabajadores) intentando acabar con el empresario (reforma laboral y otras lindezas) cargándole sambenitos y la obligación de pagar el pato, es una mala praxis que a medio plazo (pasado mañana) se verá otra vez alterada por las urnas y entonces retomar el estado del bienestar será mucho más duro. No es bueno que la parte socialdemócrata del gobierno Sánchez renuncie a sus esencias para contentar a la parte ideológica de una izquierda (anclada en las teorías de la Yugoslavia de Tito o el “más moderno” concepto bolivariano de la resurrección de sociedades en crisis) que de la mano de aquellos sindicatos que perdieron la batalla ante los trabajadores, CCOO y UGT pretendan recuperar una parte de su “minuto de gloria”. No es bueno unir a los “errores de cálculo” de esta pandemia covid 19 cambios radicales en las estructuras sociales. Me quedo con aquello de “para que haya trabajo, hay que tener salud”. Pero a su lado proclamar “para que haya trabajadores, tienen que haber empresas” Lo de estatalizar la crisis o nacionalizar sectores estratégicos me suena a cánticos de 1917 y la verdad no estamos para conciertos desafinados. Aznar aquel infausto 11M del 2004 imbuido en su megalomanía nos quiso llevar al engaño por no convocar un “gabinete de crisis” con todas las fuerzas políticas (mecachis en la mayoría absoluta) Así le fue. En una situación mucho más grave, es un “nuevo error” de cálculo no crear (vía telemática) ese gabinete (también los agentes sociales) para encontrar las fórmulas necesarias para conseguir un equilibrio en las futuras medidas económicas a aplicar para salir de la segunda pandemia, la económica. Quizás revisar el cómo, el por qué de los Pactos de la Moncloa de 1977 sería un buen ejercicio de gobierno. A lo mejor no es tan malo o perverso alzar la voz.

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