ADICTO A SIMÓN
Reconozco que me he convertido en adicto al doctor Fernando Simón. Espero todos los días que den las once y media para ponerme delante de la tele a que el doctor Simón nos de una de malas noticias, que dichas por él me parecen menos malas. Con ese aspecto de PNN de mi Universidad, aunque sea para mi catedrático en comunicar lo malo y pasarlo por casi bueno (quizás porque estoy en Formentera donde nuestro casillero de contagios está a 0 “pour le momento”) Cuando nos “cuenta” las cuentas de contagiados, hospitalizados, en la UCI, muertos y sanados, tengo siempre la sensación de “que a esto lo vamos a vencer”. Luego salen los otros (los políticos) y me cambian la opinión. A veces pienso (me abstraigo de tanta desgracia) que lo tengo sentado en el sofá y que me está contando que persona se esconde detrás de ese aspecto (desaliñado, pero formal) Si está casado, si tiene hijos o a qué dedica el tiempo libre (por citar a los clásicos) O cuando esto pase leer una de esas entrevistas (intensas, pero sin presión) de Victor Amela en la Contra o de aquellas de mi admirado Ángel Casas, donde de una desgracia siempre se extrae una sonrisa por muy escondida que esté…algo habrá en su vida que nos permita dulcificar la amargura de las estadísticas que nos trasmite cada mañana a las once y media. El doctor Simón se ha convertido en la figura con nombre y apellidos de todos esos anónimos que luchan desde diferentes trincheras contra el mal…héroes de un silencio que se rompe cada día a las ocho de la tarde, que sin ser horario lorquiano, contiene la misma poesía. Los aplausos son el reconocimiento de unos muchos a unos pocos. Por todos ellos me he convertido en adicto a Fernando Simón.