CRÓNICAS MARCIANAS 47

ALICIA EN UN PAIS SIN MARAVILLAS

Ha reaparecido el doctor Simón (sano y salvo) y nos ha devuelto la dosis de tranquilidad que nos permite mantener nuestro confinamiento sin la ansiedad que transmiten las cifras de aquí y de allá. Su frase mágica (lo ha dicho él) “en los próximos días” ha vuelto a ser objeto de una “sonrisa generalizada” en la sociedad española que sigue de cerca, muy de cerca, lo que acontece.

Horas después (en plena digestión) el presidente Sánchez nos ha quitado esa sonrisa para adentrarnos en la “preocupación generalizada” ante el panorama sombrío que nos ha pintado. Todos estamos con usted (según dice es el máximo responsable de todo este esfuerzo generalizado) La sociedad española, sea de donde sea, está cumpliendo el mandato (no divino, sino más prosaico) de un gobierno que “se deja la piel” según sus palabras para resolver la crisis de salud y prever las consecuencias económicas y sociales de esta pandemia. Hasta aquí nos ha contado el cuento de Alicia en el país de las maravillas (versión Moncloa)

Luego, como el confinamiento te permite beber en otras fuentes, comienza la versión de este cuento donde Alicia ya no está en su país de las maravillas, sino que ha ido dejando una maravilla tras otra en el devenir de los días.

El entusiasmo fresco de todas las partes implicadas en la lucha contra la pandemia ha dado paso al entusiasmo cansado de esas partes (aunque bien es verdad que su responsabilidad los hace seguir en la brecha con la firme voluntad de luchar) Agotados pero con madera de héroes, empiezan a padecer las consecuencias de una deficiente planificación de los recursos por la errónea previsión de la magnitud de la tragedia. Me explico (hay ya muchas fuentes que ponen en claro donde estuvo el error) las diferentes opiniones de expertos en este tipo de epidemias (hoy pandemia) con los datos que llegaban de China y posteriormente de Italia son absolutamente normales. Con todas ellas el político debe tomar las decisiones finales. Por qué será que siempre (desde la dependencia de los votos y las encuestas) se trata de minimizar el riesgo de rechazo a esas medidas por parte de la sociedad a las que van dirigidas. Es la condición humana de quien ejerce el poder (la soledad del mando, dicen) Nadie quiere ser el malo de la película y menos cuando puedes escoger “ser el bueno” desde la cúpula de tu poder. No se trata de valentía o cobardía. No creo en esa parte de la condición del que toma la decisión (tiene todos los datos en sus manos) En todos los casos la cordura acaba por imponerse (es donde nos encontramos) y se ve obligado a extremar las medidas (aquello que debió hacer desde el principio) y entonces llegan las llamadas a la épica, al compromiso de toda la sociedad para salvar las carencias del político de turno (se llame como se llame) Si además las previsiones se han realizado en base a esa voluntad de minimizar el riesgo…los resultados llegan a corto y medio plazo (en este caso una semana) donde la falta de material sanitario agrava la situación de quienes luchan en las trincheras contra el coronavirus. Y lo que es peor, de los enfermos, de los que se encuentran en riesgo de contagio y por ende a la sociedad a la que dicen proteger.

No nos vale que la crisis sea generalizada. Porque el mal de muchos no puede ser la excusa del mal propio…Hay que asumir los errores para no seguir en ellos. Mas vale enmendalla y ser autocrítico que cargar a los demás la responsabilidad de su salud (también debemos poner de nuestra parte) El “Todos a una” necesita un “buen alcalde” al frente. Y hoy ese papel le toca a usted señor Sánchez…aprenda de sus errores. Que ya habrá quien se encargue de recordárselos.

No sabe cuanto me gustaría celebrar, con usted, el final feliz de Alicia en el país de las maravillas y no cambiarlo por el de “la tienda de los horrores”

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