LA ÉPICA DE SÁNCHEZ
Nadie puede dudar que Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, es un excelente comunicador. Posee esa virtud de la que otros adolecen, la credibilidad cuando lee el pronter (como un consumado profesional de la tele). Se nota que el gurú Iván Redondo le ha obligado a muchas sesiones de telegenia (como buen asesor) Anoche cuando nos contaba, a los españoles, el real decreto del “confinamiento” lo hizo de forma impecable, porque impecables eran las medidas que el Consejo de Ministros había adoptado para la lucha contra el coronavirus. Incluida la de las peluquerías (que junto al papel higiénico se han convertido en los iconos del humor negro de los españoles) A partir de ahí hay que atravesar las líneas de la puesta en escena para ahondar en la política. En su discurso, señor Sánchez, encontré a faltar una mínima autocrítica a la actuación de su gobierno hasta el día de ayer. Muchos españoles (no me pregunte el número) estábamos por la necesidad de unas medidas drásticas desde hace semanas (los avisos de China, Italia y de la señora Merkel eran más que elocuentes) El confinamiento y la prohibición de movimientos ciudadanos, en su día, hubieran evitado los desplazamientos masivos de “urbanitas con riesgo” a zonas de descanso en otras comunidades (como si de unas vacaciones con derecho a cobro se tratara). Normalmente se pregunta uno si fue antes el huevo o la gallina (nunca resolveremos el misterio) pero aquí se cerraron los coles antes de prohibir ese movimiento ciudadano (pues me voy a “Marbella” y asunto resuelto) y así nos ha ido. Todos los gobiernos (incluido el suyo) apelan a una “falsa prudencia” ante cualquier crisis y prefieren esperar acontecimientos antes de resolver por la vía de “medidas drásticas” el conflicto. Esa falta de valentía es la que nos lleva a situaciones extremas como en la que nos encontramos. Los paños calientes y las terapias conservadoras solo aplazan la solución final que es cortar por lo sano. A lo mejor es tarde.
Cuando falta ese coraje, que debería entrar en el sueldo de presidente, toca (como hizo usted anoche) apelar a la épica y a corresponsabilizarnos a todos de sus propios errores. Insisto en la idoneidad de las medidas. No se si estamos en la prórroga o al comienzo del segundo tiempo, pero si se que vamos perdiendo por cuatro a cero y desconozco si es usted del Madrid o del Atlético para apelar a la remontada (Yo me quedaría con ese Atlético de Simeone y su gesta en Anfield)
Por lo que se desprende de la apelación a la “épica” ha leído detenidamente las gestas de Numancia y del “soldado” Viriato el luisitano. Solo desde la historia de España se entiende la parte política de su discurso, donde hubo una significativa ausencia, la cuantificación del coste de la crisis (y eso que tiene usted ministras de la parte económica de solvencia contrastada) Merkel ya dijo en su día (los alemanes van siempre cuatro cervezas por delante) que adelantaría medio billón (si con b) de euros para hacer frente a “lo que está por venir”. Le agradezco que nos haya dicho la verdad (aunque llegue tarde a la cita) No como hizo Aznar el 11-M (así le fue) Todos (los españoles, excepción hecha de Torra y Urkullu) le vamos apoyar, porque nada nos “pone” más que recordar (aunque sea por un momento) a Lope de Vega y su “Alcalde de Zalamea” ¿Acaso se llamaba Sánchez?