Días después del suceso principal:”El pepino español causante de una enfermedad bacteriana que ha ocasionado la muerte de dos personas”. Se determina que es una especie de soja de la Baja Sajonia el origen de este contagio que acaba en muerte.
Un país como Alemania, motor de Europa. Donde las tecnologías son las más punteras del continente. Donde, según los alemanes, nada falla. Donde está la economía perfecta. Cómo se permite el lujo de descalificar un producto de consumo diario en la alimentación de miles de ciudadanos del mundo, sin haberlo comprobado antes. Permítanme que no lo entienda. Solo podré comprender si detrás de esto hay una voluntariedad del gobierno de la señora Merkel de atacar productos españoles para erosionar nuestra economía. Si no es así, no entra en mi capacidad de entender.
Ya estamos en el lío. ¿Y ahora qué? nos preguntamos los españolitos que vemos en nuestras teles como día a día miles de toneladas de productos hortícolas españoles van a la basura con un perjuicio a un sector puntero de efectos incalculables a medio y lago plazo. La señora Merkel que nos ha metido en este lío tendrá que devolvernos el daño moral y económico infringido por “su” frivolidad. Ya veremos, me dicen los incrédulos.
La siguiente pregunta es para nuestro flamante gobierno al que se le ha llenado la boca de “firmeza” en las ruedas de prensa y al que le flojean las piernas cada vez que tiene que reclamar en los organismo competentes en esta materia. ¿Estamos en condiciones, señor Rubalcaba de plantarle cara a la señora Merkel y anunciar urbi et orbi que los productos Bayern o Wolswagen contienen elementos perjudiciales para la salud? Por aquello de imaginar cómo les sentaría en el culo de los alemanes una patada semejante. ¿Qué no es verdad?, claro como la de los pepinos españoles. Pero pregúntele usted a los productores hortícolas españolas por la patada en el culo que nos dieron los alemanes.
