Ahora le toca a Sánchez. Un “animal político” comparable a Suarez y a Felipe. Los dos llegaron a la Moncloa y dejaron su impronta viniendo de posiciones maximalistas que luego no cumplieron (por imperativo social) Suarez pudo prometer y prometió una serie de condicionantes para cambiar un régimen. A la postre le costaría la presidencia por la vía “imperativa” de quienes “mandaban” de facto. Felipe llegó con un marxismo descafeinado (alejado de los dogmas) que luego se convirtió en una socialdemocracia o lo que es lo mismo un capitalismo social acorde con las derechas económicas. La OTAN, de entrada, no, para ser un sí a la hora de la verdad. Posicionamientos que cambian al albur de la necesidad colectiva o personal. En el caso de Sánchez su apego al poder le lleva a decir aquello que quieren oír sus votantes en el momento adecuado…aunque al final haga lo contrario de lo que dijo que haría. Parece aquello del cura de mi pueblo: “haz lo que yo diga, pero no hagas lo que yo hago” Con esas, ahí está volviendo a ponerse el traje de faena política, pactando a diestro y siniestro, no importa si ayer era un prófugo y hoy saborea las mieles del sofá en la Moncloa, en el té de las cinco (Puigdemont, está claro) Sánchez lo necesita para “su encaje” con Catalunya. Nadie sabe, cómo, ni cuándo, se puede dar ese encaje. Pero si las cosas van por las posturas maximalistas de unos y otros hay muchos puntos oscuros (la amnistía, es ya una anécdota de este proceso) que transforman los cimientos del PSOE y eso a medio plazo puede producir una cierta decepción en las filas socialistas. Me refiero al reconocimiento político del 1-O y sus derivadas del octubre del 2017. Todo sabemos que lo del arrepentimiento y propósito de la enmienda (vamos no lo haremos más) no es posible con los resultados del 23 J en la mano. Pueden pactar algún calendario a largo plazo para el referéndum vinculante, pero no renunciaran a esa consulta. Explicaremos a los catalanes con un lenguaje encriptado que “seguimos adelante” sin herir a la constitución…para no despertar las iras de los “sacrosanta unidad de España”. Pero el fin último es mantener un gobierno dependiente para ir escalando la montaña de la independencia o el soberanismo en caso del PNV. Hoy eso sólo es posible con Sánchez y Sumar. Lo otro, la derecha, es una utopía. Habrá que estar atentos a los daños colaterales de ese posicionamiento de Sánchez respecto a los partidos independentistas y el PNV. Ahora es muy difícil de cuantificarlos porque la euforia de mantener el gobierno es suficiente antídoto. Pero la insistencia de los guardianes de la esencia socialista (Felipe, Guerra y otros) a la larga hará mella en el militante. No es lo mismo Madrid que provincias (sin que Catalunya o el País Vasco sean provincias) Hay cuestiones que en la capital y Corte tienen un significado y en la periferia se ve de otra manera. No siempre que nieva en Madrid, nieva en toda España…a veces incluso hace sol y calor.