24 de septiembre de 2023 día de la Merced en la Barcelona de la Catalunya expectante ante la actuación del “dúo dinámico” Sánchez-Puigdemont. Mientras, la Audiencia Provincial se encarga de echar agua al “fuego del amor” entre Moncloa y Waterloo con una condena al independentismo pre-amnistía.
Ese domingo, por más señas, se convoca a la derecha visceral a manifestarse en Madrid contra algo que no sabemos si sucederá, aunque está previsto que suceda (al tiempo). Digamos que ya han maquillado constitucionalmente la ley de Amnistía de 1977 para que suceda lo que tiene que suceder (ustedes lo saben)
Al grito de Aznar (hipo huracanado en estos tiempos) el barrio de Salamanca político, la españolidad agredida por los catalanes “díscolos” y otros elementos convocados por los “federicos” de turno, saldrán a la calle reivindicando una Constitución del 78 que se ha quedado obsoleta y no refleja la España de la post-transición. Todos estos han olvidado que la generación de los Erasmus estudia con cierto desinterés todo aquello que los mayores creemos fue la piedra filosofal de nuestras vidas (adiós a Franco, bienvenida la democracia)
Por si fueran poco aquellos errores del pasado inmediato. Recordando lo de las mesas petitorias del PP de Rajoy contra el Estatut más reivindicativo o el desdichado 1-O de tan nefasto recuerdo (posiblemente el mayor error cometido por un gobierno de la democracia) Ahora el señor Feijoo se apunta a la épica de esta derecha visceral y llama a la movilización que me recuerda a las “adhesiones inquebrantables” con autocar, bocadillo de pan blanco con queso teñido de naranja, la leche en polvo y zarzaparrilla (ni siquiera pepsicola). La política actual se mueve por otros derroteros. Hoy debemos discutir los efectos de la inflación, del coste de la cesta de la compra, del 4,5% del BCE en el precio del dinero y otras lindeces que influyen decisivamente en nuestra calidad de vida. Del cambio climático, de la particularidad de los impuestos según donde vivas, del déficit fiscal y el fondo de solidaridad interterritorial, de viejas cuentas no resueltas entre comunidades o por qué tengo que pagar yo la Feria de Abril o el Rocío (por ejemplo) Del hoy digo y mañana diego del señor Sánchez que no aguanta un vistazo a la hemeroteca y ahí sigue flotando en la “mar gruesa” del independentismo revivido. De las leyes con renglones torcidos que rebajan las penas de los de la “manada” de Pamplona. De eso hay que discutir en las tertulias, en el congreso, en los mentideros…Preguntarse por qué la Vanguardia ha cambiado de línea editorial respecto a lo de la amnistía de Puigdemont. Será que la burguesía catalana (la de los suscriptores de aquel añorado imperio industrial del Llobregat) que ha pasado por todos los estadios de la cultura política…independentismo, franquismo, transición pactada, los pactos de la Moncloa, pujolismo, el miedo a la DUI del 2017, la marcha de la Caixa y otros pilares de su economía, la envidia de un Madrid en la pandemia con las terrazas llenas, de los llamamientos anti colau y un largo etc. Se ha tornado tolerante con la “injusta” medida de gracia para el ciudadano de Waterloo y cual “brazo incorrupto de santa teresa” mostrarlo en las fiestas mayores de ciudades y pueblos previos a la exhibición de castellers (como modernas expresiones de los coros y danzas)
Todo eso no se cura con una muestra de fuerza de nuestras vísceras políticas más oscuras salidas de una reflexión del Aznar de su segundo mandato donde le pudo más la ambición personal (recuerden la foto de las Azores) que la astucia política. A todo esto, Miguel Ángel Rodríguez y su “baronesa de Chamberí” a la espera de la amortización del liderazgo de la derecha para aparecer allá por los finales del 24 para juntar necesidad y víscera frente a la sagacidad de un Sánchez que en esas épocas ya estará contra las cuerdas por el efecto “derecha” de PNV y Junts…Menos vísceralidad y más “sentidiño”, que diría un gallego.