CRÓNICAS MARCIANAS 28

LA SENTENCIA

No es fácil asimilar para los unos y los otros la sentencia del “procés”. Siempre que en temas políticos aparecen los sentimientos en primer plano se pierden las razones y los hechos probados pasan a segundo termino (por un lado y otro)

Estoy convencido que la sentencia se ajusta a derecho (como escribió el prestigioso jurista Zegrí “es impecable”)…aunque el final de todo esto lo decidirá el Tribunal de Derechos Humanos en Estrasburgo cuando sea. Pero hoy estamos aquí y ahora en el tiempo de las reacciones a una sentencia que se me antoja excesiva en cuanto al tiempo de las penas…no en la sustentación de los delitos cometidos. El Tribunal Supremo no debería ser ajeno a la realidad política y social que vive este país (léase España) y adecuar sus sentencias para evitar consecuencias mayores. Sin hacer dejadez de su responsabilidad como alto tribunal que es. No obstante (pensando en Estrasburgo) no contempla la petición de la fiscalía sobre el cumplimiento de la mitad de la pena para acceder a los beneficios penitenciarios. En este caso el Supremo deja en manos de la legislación vigente en materia penitenciaria la suerte de los nueve condenados. Ergo dependerá directamente de la Generalitat de Quim Torra la calificación definitiva del grado de cada uno de ellos, con lo que sería posible una libertad a medias a muy corto plazo (siempre cabe el recurso de la fiscalía, más que probable) Pero es la mejor noticia de una mala noticia.

La segunda parte de la sentencia es la situación política y la convivencia en Catalunya. De la primera premisa me quedo con la falta de coherencia por parte de los partidos independentistas con el señor Torra al frente…no se puede hablar de falta de democracia, y olvidarse (como si no hubiera existido) el 6 y 7 de septiembre de 2017 en la tramitación de la Ley de Desconexión (uno de los elementos que han condenado a los reos) donde su decisión política fue secuestrar la democracia en un ejercicio de autoritarismo más propio de “republicas bananeras”que dejó perplejos a ciudadanos y observadores. La democracia no es un concepto que puede malearse al antojo de unos y otros. Es un concepto empírico que deja pocos caminos para la interpretación al gusto particular.

De la segunda premisa me gustaría quedarme con la lógica y necesaria movilización ciudadana protestando por esa sentencia del Supremo. Expresar su repulsa o desacuerdo de forma pacífica es imprescindible para la propia convivencia. Cuando la protesta se convierte en un ataque a la libertad de movimientos de otras personas ajenas a los sentimientos de los manifestantes…deja de ser pacífica para convertirse en una violencia implícita con ánimo de coartar la libertad de otros y eso es intolerable en una sociedad madura. La imagen de cientos de ciudadanos colapsados en sus vehículos camino del aeropuerto sin poder llegar a sus puestos de trabajo o penitando por la carretera para llegar a un avión seguramente cancelado por falta de personal (colapsado) fue para mi decepcionante en un país como Catalunya que ha dado muestras de una gran madurez.

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